El ser humano no fue hecho para vivir en la oscuridad. Sin luz, no existe absolutamente nada, ni vida, ni tierra, ni plantas, ni animales, ni seres humanos. La luz es tan esencial para nuestra vida como el agua y el aire, pero se habla poco de ella. Generalmente, las personas piensan en comida, agua, aire, pero la luz fue la primera creación de Dios y sin ella nada de lo que existe podría existir.

«Jesús les habló otra vez, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que Me sigue no andará en tinieblas.» Juan 8:12

En estas palabras del Señor Jesús entendemos que aquel que no cree en Él está y permanece en la oscuridad. Como el sol es para este planeta, así es Él para el alma, si usted no cree en Él, su alma está en tinieblas, en la oscuridad, palpando como un ciego.

Existe un mundo espiritual. Si usted cree en él o no, no cambiará el hecho de que esté inmerso en un mundo físico y también en un mundo metafísico, que es el mundo espiritual. Si desea vivir en la luz espiritualmente, debe abrazar al sol de este mundo, que es el Señor Jesús.

¿Qué ocurre cuando una persona permanece en las tinieblas espirituales?

Quien vive en las tinieblas vive en constante inquietud sobre la muerte. Y quien que vive bajo las tinieblas está sujeto al príncipe de las tinieblas. Si Jesús es el Príncipe de la luz, existe el príncipe de las tinieblas, que es Satanás, el dios de los incrédulos.

Debido a la incredulidad, el príncipe de las tinieblas tiene acceso a la vida de los que viven en las tinieblas. Entonces, la persona sufre un gran vacío, nada tiene sentido en su vida, sufre una perturbación espiritual y necesita anestesiar su cuerpo a través de vicios para no sentir el dolor del alma. Otro síntoma de los que caminan en las tinieblas es la falta de dirección en la vida, no tener un propósito.

Lo que usted necesita para alejar las tinieblas de su vida es creer en el Señor Jesús con todo su corazón, con toda su alma y con todo su entendimiento, de manera que obedezca y viva por Sus palabras. Si no es así, no es una creencia conforme a la que enseña la Palabra de Dios. Ahora bien, aquel que no quiera andar en la luz ya ha elegido al príncipe de las tinieblas.