Historia real:

A los 19 años, el joven Alfredo miró hacia el muro de más de 4 metros de altura, cubierto arriba con alambre de púas, y pensó: “Allá, por detrás de aquél muro, está mi oportunidad.  Yo tengo que encontrar la manera de saltarlo.”

El muro era la protección fronteriza que separaba la ciudad de Mexicali, en México y los Estados Unidos.  Alfredo nació en Mexicali y comenzó a trabajar desde los 5 años de edad en una pequeña gasolinera que tenía su padre.

Un día, Alfredo vio una escena que jamás olvidó: Encontró a su padre llorando en casa.  El pequeño negocio de gasolina, que mal alcanzaba para mantener a su familia, había quebrado. El consejo de su padre: “Si usted quiere acabar como yo, no vaya a la escuela.”

Alfredo entendió el recado.

Se dedicó a los estudios como nunca.  Pero en Mexicali, aun consiguiendo un empleo de profesor a los 18 años, el salario que ganaba no daba para nada.  Fue cuando el joven mexicano decidió que tenía que brincar ese muro, de alguna manera.

Y así lo hizo.

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