“¿Usted está listo?”,  le pregunté al joven pastor.  “¿Está preparado para viajar y hacer la obra de Dios fuera de su país?”  “¡Si señor!” – respondió.

Tres días después de haber dejado su país y su familia, llorando, pidió para regresar.

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Tímidos. Miedosos.  Indecisos.  Acomodados.  Dios no puede trabajar con ellos.
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Los 32 mil salieron con Gedeón y acamparon cerca del valle donde estaban los madianitas.  Pero cuando llegaron allí, prefirieron regresar.  “Deme el papel que dice ‘Tímidos y Miedosos’ que firmo mi nombre en el.”  Y se fueron.

Decir que cree en Dios no es creer en Dios.  Presentarse para la lucha no es luchar.

Dios usó un gesto de expresión corporal para separar los valientes de los descalificados.  Rodillas en el piso + boca en las aguas = regrese a su casa.  De pie y alerta+trayendo el agua a la boca=júntese a Gedeón.

¿Injusticia?  ¿Detalle insignificante?  No.

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Lo que usted hace no esconde lo que usted es.  El cuerpo no miente.

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Una vez leí que habían hecho un estudio que observaba como caminaban las personas.  El paso, la firmeza, la velocidad.  Se descubrió que las personas exitosas caminaban alrededor de 25% más rápido que las personas mediocres.

¿Por qué será?