thumb do blog Renato Cardoso
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Cuando el dinero habla más alto que Dios

Los profetas hacen errar a Mi pueblo. Claman paz, cuando tienen algo que comer, y al que no les da de comer, proclaman guerra contra él. (Miqueas 3:5)

Esos “profetas” del tiempo de Miqueas claramente tenían solamente un interés: el dinero. Por eso sus mensajes eran predicados de acuerdo con el bolsillo de sus oyentes. Los ricos oían un mensaje de paz, pues les agradaba, y entonces a cambio ellos les daban dinero a los profetas. Por otro lado, los pobres, que no tenían nada para dar, eran amenazados con maldiciones por aquellos demonios vestidos de ángeles.

Tales profetas también están en todas las religiones, en todos los lugares, inclusive en las iglesias evangélicas. Falsos pastores que, por algunas monedas de plata de más, están dispuestos a hablar cualquier cosa, predicar lo que sea que agrade a los oídos de quien tiene condiciones y que les pase un cheque.

Mi consuelo y sed de justicia se apoyan en las siguientes palabras:

El Señor dice a esos profetas: — Por tanto, de la profecía se os hará noche, y oscuridad del adivinar; y sobre los profetas se pondrá el sol, y el día se entenebrecerá sobre ellos.
(v.6)

Señor, apresúrate.

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