Visión perdida
Los deficientes naturales de visión física no tienen idea de la belleza de la naturaleza.
Están acostumbrados a la ausencia de la luz.
Pero, cuando alguien pierde la visión física, es más cruel acostumbrarse a la oscuridad.
Mucho peor es cuando se pierde la visión espiritual.
Muchas personas que trabajaron conmigo lado a lado e incluso comieron del mismo plato, que fueron iluminados y gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo (Hebreos 6:4), y se relajaron en la fe, terminaron perdiendo la visión espiritual.
Tal pérdida les ha costado la Salvación de sus almas.
Aún ayer, al conversar con un compañero de ministerio, surgió ese tema.
Él me mostró fotos recientes de la familia de uno de esos ciegos por opción.
El semblante caído, el rostro pálido, sin brillo, sin fuerzas, sin expresión, sin vida…
Su esposa, que antes era tan bonita, tan alegre y tan llena de vida, ahora expresa dolor y tristeza.
En la foto familiar, ningún miembro esboza ninguna alegría, como sería lo normal.
La tristeza y el pesar intentaron apoderarse de mí.
Sin embargo, razonando de acuerdo con la Palabra de Dios, concluí: ¿qué podría hacer además de orar por ellos?
Cuando se pierde la visión espiritual, se pierde la vida.
Y los demás que componen aquella familia tienden a caer en el mismo agujero sin Luz.
Sucedió con Israel en el pasado, sucede con muchos cristianos en el presente.
Israel cambió su Gloria por la corrupción espiritual y moral.
Muchos oficiales de iglesias evangélicas también han cambiado la Salvación por las ofertas de este mundo.
¿Qué hacer?
Cada uno tiene el poder en manos para elegir a quién servir.
Dios no interfiere en la elección de nadie, sin embargo, está siempre listo para apoyar a los que quieren retornar a Él.
Tanto Zacarías como Malaquías sirvieron de instrumentos del Espíritu Santo para advertir a Israel en aquellos días.
“Así ha dicho el SEÑOR de los Ejércitos: Volveos a Mí, dice el SEÑOR de los Ejércitos, y Yo Me volveré a vosotros, ha dicho el SEÑOR de los Ejércitos.” Zacarías 1:3
“Desde los días de vuestros padres os habéis apartado de Mis leyes, y no las guardasteis. Volveos a Mí, y Yo Me volveré a vosotros, ha dicho el SEÑOR de los Ejércitos…” Malaquías 3:7
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