thumb do blog Blog Obispo Macedo
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Un medidor de población y mi desesperación

20141227

Investigando algunos datos para trabajar, me encontré con esta página, que da un estimativo de la población mundial, en tiempo real, con varios datos estadísticos. Me quedé paralizada mirando la danza de los números al lado del ítem “muertes de hoy”. De una mirada: www.worldometers.info/pt

Durante algunos instantes, mirar esos números aumentando e imaginar que cada uno de ellos es un alma que está dejando este mundo me produjo desesperación. Desesperación por saber que, según lo que sabemos de acuerdo a la Verdad, la abrumadora mayoría no está yendo a un lugar mejor. Desesperación por saber que era mucha, mucha gente muriendo mientras yo intentaba procesar la información. Desesperación por saber que los salvos, en esa cantidad, son pocos, muy pocos.

Los números corrían y yo no podía hacer nada para detenerlos. Oímos estadísticas y sabemos que muere un montón de gente, pero mirar el aumento de esos números delante de nuestros ojos da la real noción de la urgencia. Un poco más arriba, el número de los nacidos hoy me produjo una desesperación semejante. Almas viniendo a este mundo que necesitarán por lo menos oír la Verdad. Más almas necesitando salvación antes de que sea demasiado tarde. Más gente que va a sufrir. Si ya no quería tener hijos, después de ver esos números, tengo aún más certeza de que no seré yo la responsable por traer un alma más a este mundo que no le deseo a nadie.

Hay mucho para hacer. Mucho, realmente. Y pocos están realmente dispuestos a hacer algo por las almas que se están perdiendo. El trabajo que hago hoy es mi manera de dedicar mi vida, mi tiempo, mi mente y mi esfuerzo a esa misión, pero aún es muy poco. Y cuando miro esa página, la percepción de que hago muy poco aumenta todavía más. Y Le pregunté a Dios qué más puedo hacer. ¿Qué más? Le pedí que me dé condiciones de hacer más. Sin embargo, aunque yo superara el límite de mis fuerzas haciendo algo, no sería suficiente. Este no es un trabajo que pueda ser cumplido individualmente. Construimos el Templo y vi personas escandalizadas con el hecho de que, poco tiempo después, la Universal ya esté hablando de la construcción de nuevas iglesias para millares de personas. Ellas no entienden, pero nosotros entendemos. No construimos el Templo para quedarnos quietos, admirándolo. El trabajo no puede parar. Aunque hiciésemos un Templo en cada barrio, aún no sería suficiente.

Más que nunca, es momento no solo de trabajar con todas nuestras fuerzas, sino de pedir refuerzos. De intensificar nuestras oraciones por más trabajadores. Para que “las fichas caigan” y las personas que están en nuestro medio, ya salvas, despierten. Para que dejen de mirar a sus ombligos y de engordar en las butacas de las iglesias. No hay tiempo que perder en tonterías, chismes, intrigas, jueguitos, sentimientos, historias bobas y charlatanería. No hay más tiempo. Los números corren como cronómetros. Hay personas naciendo y muriendo a cada instante. Almas. Muchas almas. Almas disputadas diariamente por nuestro lado y por el lado del enemigo. No es suficiente traerlas a la iglesia, el trabajo es incansable, en varios frentes, y solo finalizará cuando Jesús vuelva. Hasta entonces, vamos a cumplir con la parte que nos corresponde, con toda nuestra fuerza y con plena consciencia de la seriedad de este trabajo.

Y les decía: La mies a la verdad es mucha, mas los obreros pocos; por tanto, rogad al Señor de la mies que envíe obreros a Su mies. Lucas 10:2

¡Un gran abrazo y que Dios los bendiga!

vanessa-lampert