Todo coopera para quien es de Dios
Desde que el movimiento comenzó, yo estaba intentando encontrar la raíz de ese aparente caos que se adueñó de Brasil. Me pareció todo muy sospechoso, ¿de la nada todo el mundo resuelve salir a las calles en masa, protestando contra todo y contra todos? Realmente estaba intentando entender, sin dejarme llevar por la prensa o por lo que los demás decían. Ayer, al ver las imágenes de las protestas en el país, me encontré con una foto de la prefectura paulista en la que estaba pintada con aerosol la palabra “desobediencia”.
El año pasado, durante la campaña para prefecto de San Pablo, la Universal sufrió una violenta persecución, con calumnias y rumores recalentados y servidos con facturas en el desayuno. Fue una persecución calculada y construida no necesariamente por quien quería nuestro mal, sino para lograr una victoria política a toda costa. Pero no importa si son nuestros enemigos de corazón o no, es un hecho: todo aquel que se levanta en contra de quien es de Dios se está levantando contra el propio Dios. Tarde o temprano, cosecha el resultado.
En 2010 participé de la campaña presidencial a favor de Dilma. No me arrepiento, pues no estaba luchando por un partido, sino por mis ideales: golpeamos a la mentira, a la injusticia y a la manipulación de los medios. Sin embargo, en las elecciones del 2012 opté por Russomano. Cuando Haddad amenazaba quedar en tercer lugar, la campaña perdió el tono.
Empezaron a distorsionar la propuesta de Russomano para la cuestión de los pasajes de ómnibus, diciendo que él acabaría con el Boleto Único. Además de eso, usaron el hecho de que él era del PRB, para intentar vincularlo a la Universal diciendo que era un títere del obispo Macedo y que la Iglesia iba a gobernar San Pablo. Trabajaron con el miedo y con el prejuicio de los incautos, hicieron una campaña desleal, más sucia y desesperada que la que sufrieron en 2010. Le vendieron el alma al diablo.
En los blogs y en las redes sociales, decían que los obispos eran ladrones, nos decían ignorantes, zombis, decían que nos impedían pensar, que la Universal quería dominar el mundo y cualquier maldición sugerida contra el obispo o contra la Universal (y cuando yo hablo de “Universal” incluyo a cada uno de nosotros, los miembros, pues la iglesia es un organismo vivo) era bien recibida, pues todo valía para ganar.
Ganaron. Una ciudad que querían hacía mucho tiempo ahora estaba en sus manos. Lo que no sabían era el precio que iban a tener que pagar.
La promesa que Él le hizo a Abraham se la hizo al obispo Macedo y nos la hace a cada uno de nosotros cuando nacemos de Dios:
“Bendeciré a los que te bendigan y maldeciré a los que te maldigan” Génesis 12:3 (quien hasta hoy nos apoyó ha sido bendecido, pero, ¿qué fin tuvieron los que nos atacaron?)
Al maldecirnos, se maldijeron a sí mismos. Dios como siempre, convirtió la maldición en bendición para nosotros. Pero ellos cosechan ahora lo que sembraron allá atrás. Porque no puede ser coincidencia que el tema de los pasajes haya sido lo que más usaron en la campaña del PRB el año pasado, involucrando el nombre de la Iglesia para deshacer la candidatura de Russomano.
Al principio del cristianismo, los fariseos persiguieron a los apóstoles y lograron capturarlos. Gamaliel, un maestro de la ley, muy respetado, dio las palabras de sabiduría que deberían ser oídas por todos los que nos persiguen:
“Y ahora os digo: Apartaos de estos hombres, y dejadlos; porque si este consejo o esta obra es de los hombres, se desvanecerá; mas si es de Dios, no la podréis destruir; no seáis tal vez hallados luchando contra Dios.” Hechos 5:38
De principio a fin en la Biblia vemos eso con claridad, quien lucha contra los siervos de Dios, lucha contra el propio Dios.
Aunque no hayan tenido consciencia de eso en el momento, la moneda que usaron para vender la campaña es la misma que se cobra ahora. Tengo plena convicción de que es por eso que las protestas comenzaron por el tema de los pasajes – y en San Pablo. Para que quedase claro a quien tenga ojos espirituales. Los espíritus que venían oprimiendo al pueblo están saliendo, como una estampida. Y el pueblo, en busca de libertad, sale a las calles. En esta multitud, salen los manifestantes (en lo correcto o no, pero bien intencionados), y los manifestados, que son los que depredan, saquean y agreden…son los que pintaron la fachada de la prefectura de San Pablo con la palabra que da origen al caos, a la guerra, a la conmoción y a todo lo que existe de peor: la desobediencia.
Esa es en mi opinión, la razón de todo lo que hemos visto en los últimos días: cuando decidieron mentir, engañar, distorsionar y respaldar calumnias, ellos hicieron una elección. Optaron por la desobediencia a Dios y por la injusticia. Quien siembra desobediencia, cosecha desobediencia. Quien siembra injusticia, cosecha injusticia. No estoy aquí riéndome de ellos ni diciendo “Bien hecho”. No. Es con pesar que escribo estas palabras, porque siempre hice fuerza para que hicieran la elección correcta, para que abriesen los ojos.
No estoy aquí tampoco diciendo que ellos son nuestros enemigos. No lo son. Pero la realidad es una sola: quien siembra, cosecha. Sea pobre, sea rico, no importa. La elección de la semilla determina la cosecha.
No es nuestro papel predicar anarquía, pero es nuestro papel alertar a aquellos que fueron colocados en el poder para cuidar al pueblo, que no recibieron meramente un cargo, sino una responsabilidad muy grande. Y a quien mucho le fue dado, mucho le será cobrado. Sea en el partido que sea, sea en la esfera que sea, si hay corrupción, hay injusticia. Si hay injusticia contra un pueblo que ha orado por su País, ella no queda impune.
“¡Ay de los que dictan leyes injustas, y prescriben tiranía, para apartar del juicio a los pobres, y para quitar el derecho a los afligidos de Mi pueblo; para despojar a las viudas, y robar a los huérfanos!” Isaías 10:1-2
El pueblo en las calles es hoy también el cumplimiento de esa palabra. Pero la Biblia dice que todo coopera para el bien de aquellos que aman a Dios. Por más que las manifestaciones parezcan, a veces, tender hacia el caos, por más que no sepan adónde van a parar, podemos tener certeza, por causa de esa Palabra, que todo, absolutamente todo lo que está sucediendo va a cooperar para nuestro bien. No sé cómo, pero tengo certeza de que va a ser así. Nuestra verdadera lucha no es allá en las calles, nuestra lucha no es contra carne o sangre, sino espiritual. Es por almas. Estoy segura de que todas las cosas cooperarán para el crecimiento del Reino de Dios en nuestro País.
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