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Testimonio de un ex-musulmán

Nacido y criado en el islamismo, Nasirv Deen, un hombre fiel a su religión, no podía entender el por qué de tanto sufrimiento.

Su vida fue dura desde su nacimiento. Nació con una deformidad y con serios problemas de salud, sin fuerza en los huesos para poder caminar hasta los 11 años.

Un día, en la escuela, fue llevado de urgencia al hospital, los médicos dijeron que él tenía que ser sometido a una cirugía cerebral inmediata, o su cerebro podría explotar por la alta presión.
Eso es todo lo que él recuerda de aquel día.

Después de la cirugía, los médicos le dieron la noticia de que a partir de ese momento debería tomar 15 pastillas diarias, para que su cerebro pudiera funcionar normalmente.

Su masa encefálica estaba congelada, sin reacción, lo que provocó una suba de presión, por no haber fluidos. Tuvieron que implantarle una válvula para permitir el pasaje del fluido. Los médicos no encontraban explicaciones para ese impedimento.

Fueron necesarias dos cirugías más. A pesar de los tratamientos, los remedios y su fidelidad a la religión, su cuadro no presentaba ningún tipo de mejoría.

Su condición era tan riesgosa que no podía realizar tareas simples, como conducir, pues corría el riesgo de desmayarse repentinamente. Nasirv parecía estar atormentado por la mala suerte.

Además, algunas personas le decían que le habían hecho trabajos de brujería. Su vida económica estaba llegando a un estando tan lastimoso como el de su salud.

Como si todo lo que le sucedía no fuera suficiente, también perdió su empleo. Después de gastar más de 100 mil dólares, entre cirugías y remedios, ahora estaba desempleado. Las facturas médicas se fueron acumulando, de una forma en la que él no veía solución a su problema.

Su vida sentimental también era caótica, pasando por una relación tormentosa de ocho años, que terminó en una separación.

Nasirv culpaba a todo y a todos por su sufrimiento. Por el hecho de creer en el islam, por ser fiel a sus oraciones diarias y ser un musulmán practicante, él no pensaba pedirle ayuda a Dios.

Un viernes, en medio a todo este sufrimiento, llegó por primera vez a la Iglesia Universal. “Nunca pensé que este Dios podría resolver mis problemas”, comenta.

Escuchar al pastor decir que el mal podría destruir la vida de una persona llamó su atención. A partir de ese momento, él aprendió que el mal realmente existe, y que estaba actuando libremente en su vida.

Entonces, Nasirv comenzó a luchar contra lo que lo asolaba. Ejercitando una fe inteligente en el Dios Vivo, dejó de tomar medicamentos. Los médicos, después de haber presenciado tal situación en su salud, no lograban creer en su recuperación y cura total.

Hoy, Nasirv lleva una vida totalmente normal. Está curado, sin restricciones u obstáculos. Participando los lunes, por su vida financiera, está libre de las deudas, conquistó su estabilidad económica trabajando en el área de Psicología Química, y hoy tiene un nivel de vida de calidad.

Él tampoco vive más en la soledad, encontró la felicidad en su vida sentimental.

Nada sucedió de la noche a la mañana, sino a través de la fe y la perseverancia, Nasirv alcanzó una nueva vida.
Él encontró algo que la religión no fue capaz de hacer por él: ser una nueva criatura, por medio de la fe viva en el Señor Jesús.