Testimonio
Mi nombre es Rosana Vaz Wolters, tengo 44 años y esta es mi historia:
A los 3 años de edad, mi madre se separó de mi padre, que, por ser alcohólico, ya no estaba presente ni ayudaba con los gastos de la casa. Con mucho esfuerzo, mi mamá criaba sola a sus tres hijos. A pesar de la dificultad financiera, recuerdo una infancia feliz.
Cuando tenía 7 años, mi madre se casó de nuevo. Su nuevo marido era un hombre muy agresivo y nervioso. Cualquier cosa lo ponía serio y, como consecuencia, las peleas eran constantes dentro de casa. Por no soportar el clima tenso, yo siempre encontraba la forma de dormir en la casa de una amiga para escapar de mi realidad.
Al comienzo de mi adolescencia, estuve rigurosamente en contra de las drogas, cigarrillos y el alcohol, pero, con el paso del tiempo, cedí ante la presión de los amigos, comencé a fumar, a tomar y, cuando me di cuenta, ya estaba fumando marihuana.
Después de una seria discusión con mi padre, resolví no regresar más a casa. Fui, entonces, a vivir de favor hasta que pudiera tener mi propio lugar.
En aquella época, mi presente estaba pésimo. Como no quería recordar el pasado, resolví querer saber del futuro. Como consecuencia, fui a una cartomante. Durante la consulta, ella describió mi pasado en detalle. Eso luego me impresionó mucho, porque jamás la había visto. Obviamente, supe después que, en realidad, yo estaba teniendo una consulta con un espíritu inmundo, por eso, ella sabía todo. El causante de la destrucción en el pasado estaba allí para hablar conmigo a través de esa señora. Como resultado, decidí salir del Brasil, renuncié a un trabajo promisorio y fui, en primer lugar, a España y después a Londres, en Inglaterra.
En Europa, el acceso a diversas culturas y religiones es enorme. En poco tiempo, estaba profundizando en filosofías religiosas que predicaban el karma y la reencarnación.
Grande fue mi engaño porque la Palabra de Dios nos dice que: “… está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio” (Hebreos 9:27).
Creo que uno de los mayores engaños de ciertas filosofías es hacernos creer que solamente Dios y el cielo existen, pero que el infierno y el diablo son figuras ficticias, casi folclóricas, porque, una vez que creemos solamente en la existencia de Dios y del cielo, no sentimos necesidad de ser salvos. ¿Salvos de qué? Me preguntaba cuando alguien me decía que estaba perdida y necesitaba de salvación. Sin embargo, la Biblia describe el infierno en detalle y nos alerta contra el padre de la mentira y enemigo de nuestras almas.
En Londres, experimenté con nuevas drogas como el hachís y el LSD, además de diferentes tipos de marihuana de laboratorio. Con el tiempo, pasé a fumar todos los días y, así, fui gastando todo lo que ganaba con drogas, shows, bebidas y cigarrillos.
Después de una economía forzosa, me mudé a Australia. Allí, experimenté con éxtasis y cocaína. Seguía sin mucha relación con mi familia. Hablar con ellos era recordar aquello con lo que luchaba para olvidar.
Durante mi estadía en Australia, que fue de 3 años y 5 meses, conocí a Junior Marvin, el líder y vocalista de una banda de reggae llamada The Wailers – la banda que acompañó a Bob Marley durante 14 años (sólo menciono su nombre porque él me lo permitió).
El brillo del escenario y la posibilidad de poseer cualquier tipo de fama me encantaron. En el verano de 1995, viajé con él por toda Europa. Amaba participar del asedio de los fans, entrevistas y toda la atención que él recibía. No sabia que todo era y es ilusión.
En aquel mismo año, me casé con Junior y quedé embarazada. Recuerdo que pensé: “¿Cómo será ahora que tendré que dejar las drogas por un tiempo?”. El miedo de encarar mi realidad sin cualquier tipo de anestesia era muy grande.
Seis meses después del nacimiento de mi hija, fui a vivir a Brasil para quedarme cerca de mi familia, en Goiânia. Mi mamá se había convertido, pero mi orgullo no permitía que yo visitara su casa, porque, a pesar de seguir filosofías que predicaban la paz interior, el perdón, la calma y la tranquilidad, bastaba con mirar a mi padrastro para que quedase trastornada. Él, por su parte, me recibía de brazos abiertos y se entristecía por el hecho de que no le permitía quedarse con mi hija. Así, constaté que las filosofías religiosas de las que tanto leía al respecto no valían nada. Yo todavía era esclava del odio, del dolor, del resentimiento y del orgullo.
Llevada por mi hermano y su suegra, así llegué a la Iglesia Universal, viviendo de favor, sin empleo, sin auto, con una hija de 9 meses para criar, matrimonio fracasado, llena de dolor, rencor, sufriendo con una úlcera en el estómago, ataques de pánico, fumando marihuana, cigarrillos y dependiendo del alcohol.
La primera reunión en la que participé fue de liberación, con el entonces pastor y ahora obispo Marcus Silva. A pesar de no entender mucho lo que estaba sucediendo, percibí inmediatamente que allí había un poder diferente. Vi personas siendo verdaderamente libres a través de la oración del pastor. Entendí que era yo, más que todos aquellos a los que culpaba por mi amargura, quien necesitaba de liberación urgente. Para el asombro de mi familia, que me consideraba la “oveja negra”, permanecí en la Universal. Era el comienzo de una nueva vida.
Estoy muy agradecida a los obispos, pastores y obreros de la IURD, en especial a la Sra. Roseli, porque yo, recién llegada a la Iglesia, al saber que ella era ex mai de santo, luego quise conversar con ella.
Por el hecho de que todavía no estaba liberada, en verdad, estaba buscando una palabra de revelación, pues yo había visto, en otras iglesias, algunas personas que, en nombre de Dios, hacían algo muy parecido a lo que hacían las cartomantes que consultaba, entonces, yo había encontrado un paliativo para mi vicio de cartomancia.
Pero, para mi vergüenza, su respuesta era siempre la misma: “El hombre de Dios terminó de enseñar en el altar lo que usted tiene que hacer para cambiar de vida. ¿Escuchaste lo que dijo?”, ella me preguntaba. “Escuché”, le respondía. “Entonces, ¿por qué estás aquí preguntándome todo de nuevo? ¿Crees que mi respuesta va a ser diferente? Yo no soy más mai de santo y nunca volveré a aquella vida, pues, si todo el mundo tuviera la oportunidad de ver lo que vi, no jugarían ni un minuto con las cosas de Dios, y vivirían el día de hoy como si fuera el último, porque usted nunca sabe cuántos minutos tiene de vida. Sea obediente, arréglese con Dios, haga lo que el pastor mandó y verá la respuesta en su vida”. Así, obedecí.
Después de algunos años, me mudé a los Estados Unidos con mi hija, comencé a trabajar como empleada de limpieza y me mantuve fiel.
Me casé nuevamente, Mi marido, Alan Wolters, es un esposo y padre maravilloso. Nuestros hijos se llevan súper bien. Vivimos en una casa confortable, vivimos en paz y sin peleas.
A través de la fidelidad en los diezmos y ofrendas, Dios también nos ha prosperado. Hoy en día, no trabajo más en limpieza. En menos de un año, abrimos dos empresas, siendo una de ellas la inmobiliaria para la que un día trabajé. Tenemos autos de lujo, cenamos en los mejores lugares, en fin, todo cambió.
No puedo dejar de mencionar que mi relación con mi hija fue transformada. Hoy, aquel al que llamaba de padrastro es mi padre. No tengo más ninguna enfermedad o vicio.
Cierta vez, cuando oía al obispo Macedo hablar en la radio, invitándonos a usar nuestra inteligencia, él decía: “Mi amiga, usted que cree en cartomancia, ¿cree que su futuro está escrito en la palma de la mano? Por favor, use su inteligencia. ¿Y quien no tiene manos? ¿No tiene futuro?”. Esas palabras resonaron tan fuerte en mi espíritu, que creo que una de las cadenas que me ataba fue quebrada.
Yo, que me creía tan culta e inteligente, y allí fue presentada mi ignorancia. No pude hacer otra cosa sino reír. Sin demoras, entendí que necesitaba dejar de lado todo lo que había aprendido y empezar de nuevo. Así lo hice.
En la fe,
Rosana Wolters
Portugués
Inglés
Francés
Italiano
Haití
Ruso