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Tesoro Especial 2

Si dejar la Gloria Eterna, el Cuerpo Espiritual Divino e incorruptible, salir del seno del Dios-Padre y sujetarse al humillante cuerpo humano, terreno y corruptible fuese poco, ¡imagínelo preso, condenado, azotado, clavado en la cruz y muerto por ser criado y tan amado!

Isaías tuvo la visión de ese día y escribió:
“…no hay parecer en Él, ni hermosura…”

El martirio impuesto al Creador por Su criatura no Le permitió tener apariencia humana, considerando Su rostro desfigurado por los azotes. Por eso, dice:
“…Le veremos, mas sin atractivo para que Le deseemos.”

El Creador llegó a los límites del fondo del pozo creado por la criatura. Quedó solo. Gimió.

El salmista también vio ese día, oyó el clamor de Jesús y lo registró proféticamente:

“Sálvame, oh Dios, porque las aguas han entrado hasta el alma.
Estoy hundido en cieno profundo, donde no puedo hacer pie; he venido a abismos de aguas, y la corriente me ha anegado.
Cansado estoy de llamar; mi garganta se ha enronquecido; han desfallecido mis ojos esperando a mi Dios.
Se han aumentado más que los cabellos de mi cabeza los que me aborrecen sin causa; se han hecho poderosos mis enemigos, los que me destruyen sin tener por qué. ¿Y he de pagar lo que no robé?…” Salmo 69

Isaías continúa relatando su visión:
“Despreciado y desechado entre los hombres, Varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de Él el rostro, fue menospreciado, y no Lo estimamos. Ciertamente llevó Él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores…” Isaías 53:2-4

Ese fue el costo de nuestro rescate. Sacrificio, sudor y lágrimas fueron el precio del rescate de la vida de cada participante de la Verdadera Iglesia del Señor Jesucristo.

A causa de eso, el Eterno Señor Dios, de forma singular, expresa Su alegría llamando Tesoro Especial a la Iglesia Redimida.

Jesús compara el Reino de los Cielos con un tesoro oculto en el campo encontrado por alguien. Inmediatamente, ese alguien, desbordante de alegría, va y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo. Mateo 13:44

¡Ese “alguien” puede ser usted, querido lector!

La experiencia de la conquista del Reino de los Cielos o del nuevo nacimiento exige disposición, coraje y determinación para abnegar toda la vida pecaminosa a cambio del tesoro inmensurable ofrecido.

El Señor Jesús hizo justamente el camino inverso. Dejó toda Su Gloria y asumió la maldición del pecado para servir como moneda de rescate de los que quieren.

¿Sería injusto de Su parte exigir nuestro todo a cambio del TODO DE ÉL?

¿¿¿Sería injusto que Él exija que usted sacrifique toda su vida equivocada a cambio del sacrificio que Él hizo por usted???