Tentación y Pecado

Muchos que han caído en tentación alegan diciendo: la carne es débil… como si eso justificase el pecado.
De hecho, lo que el Señor dice a este respeto tiene por objetivo estimular la atención permanentemente para no entrar en tentación. Es decir, que jamás haiga una distracción de fe que le haga salir del ambiente. Porque cuando se sale del ambiente de la fe, se entra en el ambiente de la duda y, consecuentemente, de la tentación. Por tanto, hay que vigilar y orar para no entrar en el clima de la tentación.
Escoger sus compañías hace mucha diferencia en este Aspecto. Otros han caído en tentación y se justifican colocando la culpa en terceros. Fue la actitud de Adán delante de Dios, cuando culpo a Eva por su caída.
Nadie debe apuntar sus pecados apuntando a terceros, ni mismo al diablo. Porque eso no lo librará de la muerte eterna.
Cada uno es tentado por su propia codicia, cuando es atraído y seducido. (Santiago 1:15)
Cada uno es responsable delante del Altísimo por sus propios errores. En el juicio final cada uno será juzgado individualmente de acuerdo con sus propias obras. El argumento de debilidad no justifica el pecado porque Dios no permite la tentación más allá de la capacidad de resistencia. (1 Corintios 10:13)
El pecado genera duda;
La duda neutraliza la fe,
Y sin fe es imposible agradar a Dios.
Allí esta la razón porque el pecado mata. ¡Ni siempre de una vez! En la mayoría de las veces, es poco a poco…
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