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Tabernáculos, el Arca y el deseo de David de construir el Templo

Mientras que el pueblo de Israel vagaba por el desierto después de haber salido de la esclavitud en Egipto rumbo a la Tierra Prometida, Dios orientó al líder Moisés a construir un santuario que los acompañase, detalle por detalle

Durante 40 años, el pueblo de Israel vagó por el desierto rumbo a la Tierra Prometida después de ser liberado de la esclavitud en Egipto. En este período, el pueblo nómade tenía reglas, una estructura organizada, tanto cuando andaban como cuando acampaban.

Moisés, líder espiritual de su pueblo, armaba una tienda especial para la adoración a Dios, en las afueras del campamento principal, y todos iban con él para buscar al Señor. En la pequeña recámara de tejido, Dios descendía en forma de columna de nubes para hablar con Moisés. Cuando él subió al monte Sinaí para recibir las tablas con los Diez Mandamientos, recibió también de Dios las instrucciones para la construcción del Tabernáculo, con reglas explícitas no sólo de confección, sino también en la forma en la que sería armado, la estructura a su alrededor y cómo sería transportado por el pueblo nómade. Era una especie de templo itinerante hecho de tejidos varios, tapicería, maderas nobles y artefactos preciosos, armado en el centro del campamento.

El Tabernáculo era un centro de adoración, un lugar en el que el pueblo podría focalizar la presencia del Señor. De esa forma, la pequeña tienda fuera del campamento dio lugar a un complejo sagrado en medio a las viviendas improvisadas en el desierto.

Dios le describió a Moisés los detalles de la construcción, incluso referido a la cantidad y tipos – hasta los colores – de materiales, que el pueblo ofreció. Eran tejidos raros de gran belleza, piedras y metales preciosos y, en su mayoría, materiales fácilmente encontrados en el desierto, como maderas autóctonas de gran resistencia y pieles de animales del lugar – criados o silvestres –. Hasta la vestimenta de los sacerdotes y demás trabajadores fue orientada por el Señor, así como los artefactos y el mobiliario.

“El Señor habló a Moisés, diciendo: Di a los hijos de Israel que tomen para mí ofrenda; de todo varón que la diere de su voluntad, de corazón, tomaréis mi ofrenda. Esta es la ofrenda que tomaréis de ellos: oro, plata, cobre, azul, púrpura, carmesí, lino fino, pelo de cabras, pieles de carneros teñidas de rojo, pieles de tejones, madera de acacia, aceite para el alumbrado, especias para el aceite de la unción y para el incienso aromático, piedras de ónice, y piedras de engaste para el efod y para el pectoral. Y harán un santuario para mí, y habitaré en medio de ellos. Conforme a todo lo que yo te muestre, el diseño del tabernáculo, y el diseño de todos sus utensilios, así lo haréis.” Éxodo 25:1-9

Aunque un lector completamente ignorante de la Biblia tenga la tendencia de localizar a Jesucristo solamente en lo que respecta al Nuevo Testamento, el Mesías ya estaba previsto desde el inicio del Antiguo. El propio tabernáculo termina siendo una alusión clara a él y la forma de contacto del hombre con Dios. Si tomamos un diseño, una vista aérea de la tienda, veremos que los artefactos están dispuestos en forma de cruz, teniendo sobre ellos la presencia de Dios (en el Arca de la Alianza).

El Tabernáculo debía levantarse siempre con su entrada mirando al oriente. Era una gran tienda, como un gran galpón, llamado Santo Lugar. En su interior, el Santo de los Santos era una pequeña división reservada solamente al sumo sacerdote, donde él hablaba personalmente con Dios, protegido por un velo, cuya entrada miraba hacia occidente. En él estaba el Arca de la Alianza, conteniendo las tablas de los Diez Mandamientos dadas a Moisés (una copia labrada por él mismo), un poco de maná (alimento enviado por Dios de los cielos para el pueblo en el desierto) y la vara de Aarón que floreció (Números 17:6-9).

Conforme dicta el libro de Éxodo en su capítulo 25, en los versículos del 10 al 22, Dios orientó a Moisés sobre la confección del Arca de la Alianza. El Propiciatorio, que estaba encima del Arca como si fuera su cobertor, traía dos querubines de oro mirando el uno al otro, entre los que Dios hablaba a moisés acerca de todo lo que ordenaba a su pueblo. Así como el Arca, el Señor dio detalles sobre los muebles del Tabernáculo y piezas importantes como el Menorah, gran candelabro de oro con siete velas de aceite que iluminaría al Santo de los Santos, que no tenía ninguna ventana u otra abertura por donde entraba la luz, en el que solamente entraba el sumo sacerdote.

Grados de intimidad

Para el profesor, teólogo y arqueólogo Rodrigo Silva, del Museo de Arqueología Bíblica Paulo Bork, en el municipio paulista de Engenheiro Coelho, la disposición física del Tabernáculo muestra los “grados de intimidad” del hombre con Dios. Rodrigo también comparte la opinión que el propio Jesucristo estaba presente en todas las representaciones del templo itinerante.

Patio Externo – Un aspecto interesante es que el Tabernáculo tenía apenas un lugar para entrar y salir, el portón principal miraba siempre hacia el oeste, que daba acceso al patio externo. Así como muestra la Biblia, el propio Jesús afirma:

“Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos.” Juan 10:9

En el patio externo, totalmente descubierto, todos podían entrar. La primera estructura encontrada era el altar de sacrificios. Cuando los animales ofrecidos eran quemados, el acto simbolizaba la expiación de los pecados. Allí morían el pecado y las voluntades meramente humanas, para renacer un hombre puro. El humo que se desprendía del sacrificio subía a los cielos:

“Y quemarás todo el carnero sobre el altar; es holocausto de olor grato para el Señor, es ofrenda quemada al Señor.”Éxodo 29:18

Luego, después, la pileta en la que los sacerdotes se lavaban después de los sacrificios y antes de entrar en el Santo Lugar. Con un fuerte simbolismo de purificación, en ella se lavaban los pecados, públicamente.

Partiendo de la relación del grado de intimidad con Dios, citada por Rodrigo Silva, el patio es el primer paso, una experiencia fundamental, sin la cual el hombre no puede comenzar una relación verdadera con el Señor.

Santo Lugar – Después de la pileta, había una abertura para la tienda propiamente dicha: la entrada al Santo Lugar. Solamente los sacerdotes podían entrar en él. Allí, los tres artefactos del mobiliario eran de oro puro, o de madera noble adornada con el metal dorado. El oro, para la cultura judía, simboliza no solamente la riqueza que se percibe primero, sino también el carácter de la eternidad de Dios, por la durabilidad del raro elemento mineral.

A la derecha de quien entrase, la Mesa de los Panes. En ella, doce discos de pan ácimo (sin levadura, pues ella simbolizaba el pecado para los judíos) eran puestos en dos pilas de seis. Simbolizaban que Dios no dejaría de proveer alimento a las doce tribus de Israel, pero también la propia Palabra de Dios, por medio de la cual Él alimenta nuestro espíritu. Más tarde, Jesús haría referencia a Él mismo como el “Pan de Vida”.

Del lado opuesto a la mesa, el Menorah, gran candelabro de oro con siete velas de aceite, utilizado hasta hoy por los judíos en varios tamaños, tanto grandes como pequeños, con velas. Tenía la función de representar la presencia de Dios, la luz de la propia vida en Él, así como iluminaba el Santo Lugar, que no tenía ventanas u otra abertura por donde entrara claridad. Los propios sacerdotes eran los únicos que abastecían al Menorah de aceite, manteniéndolo siempre encendido.

Después del Menorah y de la Mesa de los Panes estaba el Altar del incienso, en el medio, de frente a la puerta del Santo Lugar. En él los sacerdotes oraban a Dios y encendían los inciensos, simbolizando las súplicas y oraciones que subían a los cielos, a Dios. Este contacto más próximo es un grado mayor en la intimidad con Dios, en que los sacerdotes llevaban las súplicas de los fieles al Padre.

Santo de los Santos – El punto esencial de todo el Tabernáculo era el lugar en el que solamente el sumo sacerdote podía entrar, para un contacto directo con Dios. Con la entrada protegida por el velo, el líder de los sacerdotes conversaba con el Señor, después pasando el asunto a sus subordinados.

En la recámara del Santo de los Santos estaba encerrada el Arca de la Alianza, objeto sagrado solamente tocado por los sacerdotes. En su interior, las tablas de los Diez Mandamientos que Moisés labró orientado por Dios (la Palabra Divina), un bocado del maná que fue dado como alimento al pueblo en el desierto por primera vez (la provisión que nunca faltaba) y la vara de Aarón que floreció (el reconocimiento de Dios de la autoridad conferida a alguien, comprobando que es Su voluntad).

Sobre el Arca, el Propiciatorio, una gran plancha posicionada como la cubierta del baúl, con dos imágenes de querubines virados uno hacia el otro con las alas estiradas, entre los cuales Dios se posicionaba para hablarle al sacerdote.

“El velo no tenía una función de bloqueo entre el hombre y Dios”, dice Rodrigo Silva. Era una forma de proteger al hombre del contacto más cercano, que el ser humano todavía no tenía capacidad para entender. “No era Dios ocultándose, como si jugara a la escondida. Era una forma de revelarse al hombre sin destruirlo con Su gloria, que los ojos humanos no tienen capacidad de ver. Era más como un filtro, y no una barrera. Pero tal obstáculo se deshizo con la venida de Cristo y su sacrificio por nosotros. Por eso decimos que ‘el velo se rasgó’ y ahora el hombre no depende de sacerdotes para tener contacto directo con Dios”, explica el arqueólogo.

La doctrina del santuario

La palabra Tabernáculo en su origen, quiere decir morada, habitación. Dios habitando entre los hombres.

Antes, se levantaban altares para sacrificio y oración, que eran dejados y re edificados en la próxima parada del pueblo nómade de Israel. El Tabernáculo es la primera referencia de un santuario propiamente dicho después del propio Edén, cuando el hombre tenía contacto directo con el Señor, pero lo perdió por la desobediencia.

El Tabernáculo ya era un principio de reconciliación entre el Señor y el hombre, más tarde corroborada por Cristo. Rodrigo Silva resume bien todo lo que fue explicado hasta ahora sobre el Tabernáculo. “La Palabra dice que Jesús vino a ‘tabernacular’ entre los hombres; era Dios habitando entre nosotros hecho carne. Toda la conformación del santuario itinerante en forma de tienda tenía elementos que anticipaban la venida de Cristo en todos sus significados, más allá de la forma evidente de cruz en que el mobiliario y los artefactos eran dispuestos al verlos desde arriba. Si una persona entiende la doctrina del santuario, la forma en la que era hecho y como funcionaba, es capaz de entender el sentido de toda la Biblia, desde el Génesis hasta el Apocalipsis. Parece complicado cuando se mira el todo, pero esa simple relación revela lo que Dios quiere del hombre y lo que tiene reservado para él.”

El deseo de David

Desde Egipto hasta a Tierra Prometida, el pueblo de Israel vagó por el desierto acampando alrededor de su santuario portátil. El Tabernáculo era armado y, a su alrededor, las tribus se disponían en campamento.

Cuando Israel ya tenía su lugar fijo, sus ciudades propiamente dichas, en Jerusalén el entonces monarca ungido por Dios, David, alimentó en su corazón el deseo de construir un gran templo, un magnífico edificio para lo que él creía que iba a ser la morada de Dios entre su pueblo.

Como David era en su esencia un guerrero, y ya había matado a millares en combate por su pueblo, Dios no permitió que él construyera el tan anhelado templo. Pero, respondiendo los insistentes deseos del corazón del rey, el Señor le dijo que él mismo no los construiría, pero sí su hijo y sucesor en el trono. Mientras tanto, permitió que David comenzara a almacenar material para la futura edificación, tranquilizando al monarca. De hecho, Salomón, hijo de David, fue quien realizó la obra que hasta hoy es reverenciada por el pueblo judío, aún después de haber sido destruida.

El Tabernáculo nació directamente de la voluntad de Dios, conforme fue indicado a Moisés. “Muchos creen que Moisés innovó, llamado por Dos para construir el Tabernáculo y elaborar costumbres para la adoración”, firma Rodrigo Silva, “pero en realidad, Dios usó al líder que orientaba al pueblo de Israel por el desierto para recuperar una tradición que corría el riesgo de morir, de desaparecer, haciendo que el santuario fuera construido y mostrase a todo momento Su presencia”, explica el especialista. Ya el templo, según el profesor, partió de la voluntad de David, una intención del corazón del rey, que Dios autorizó, escuchando el pedido de su ungido, aunque un día fuera construido por su sucesor.

“Hiram rey de Tiro envió también sus siervos a Salomón, luego que oyó que lo habían ungido por rey en lugar de su padre; porque Hiram siempre había amado a David.

Entonces Salomón envió a decir a Hiram: Tú sabes que mi padre David no pudo edificar casa al nombre del Señor su Dios, por las guerras que le rodearon, hasta que el Señor puso sus enemigos bajo las plantas de sus pies.
Ahora el Señor mi Dios me ha dado paz por todas partes; pues ni hay adversarios, ni mal que temer. Yo, por tanto, he determinado ahora edificar casa al nombre del Señor mi Dios, según lo que el Señor habló a David mi padre, diciendo: ‘Tu hijo, a quien yo pondré en lugar tuyo en tu trono, él edificará casa a mi nombre’.” 1 Reyes 1:1-5
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