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Su ofrenda, su vida

Así como el Altar representa al Altísimo,
también la ofrenda representa al ofrendante.

Según Jesús, el Altar es mayor que el oro y la ofrenda allí depositados porque el Altar es quien los santifica.

Santificar significa hacerlo santo, separado, consagrado o dedicado al Señor.

¿Cómo podría el Altar tener el poder para santificar si no fuera el propio Dios?

Entre al Altar y la ofrenda no existe la figura del sacerdote (Mateo 23:17,19)
quiere decir que entre Dios (Altar) y el ofrendante (ofrenda) no existe intermediario.

El acceso del ofrendante es personal y directo al Trono del Altísimo.

Por lo tanto,
para quien quiera salvar su alma del infierno;
para quien quiera garantizar su Salvación;
y quiera habitar al Abrigo del Altísimo;
y descansar a la Sombra del Omnipotente…

Solo existe una manera:
Depositar su vida por completo en el Altar.

Verifíquelo:
“El que habita (ofrendante) al Abrigo del Altísimo y descansa a la Sombra del Omnipotente (Altar) dice al SEÑOR: mi Refugio y mi Baluarte, mi Dios, en quien confío.” Salmos 91:1-2