Sexo con el diablo - Capítulo 5
“El texto que sigue es la continuación del testimonio de María de Fátima da Cruz Carvalho. Vea también los capítulos 1, 2, 3 y 4”
Me desperté por la mañana (Semana Santa) con el tal ángel intentando sofocarme. Salté de la cama y mi hijo se despertó. Estaba con hambre. Mi hermana y mi ahijada estaban pasando el feriado de la Pascua en mi casa. Ellas se despertaron con mis gritos, pues el ángel me atormentaba con un aire agresivo, diciendo: “Hoy voy a matarte y también a tu hijo.” Mi marido en el cuarto no daba mucha atención, pero quedaba con un aire asustado.
Las puertas y las ventanas de mi casa se trababan. Un viento movía las cortinas inexplicablemente y el ángel/demonio me decía varias veces que en aquel día yo moriría y se llevaría a mi hijo.
Los objetos se movían, intentando alcanzarnos, y él repitiendo varias veces que iría a matar a mi hijo. Yo le decía a mi hermana y a mi ahijada: “¡Vamos, vamos deprisa!” Pero las puertas no se abrían y no conseguíamos salir. Hasta que Dios nos ayudó y la puerta de la calle se abrió, pero la puerta del garaje no se abría. Era como si estuviésemos viviendo un filme de terror despiertas. No era imaginación, no era una pesadilla, era real y muy real.
Los niños estaban aterrorizados. Una tenía 10 años y la otra, 12. Y tengo que afirmar que esos niños no se drogaban, y lo que yo estaba pasando tampoco era efecto de las drogas, pues yo estaba acostumbrada a ver al ángel/demonio desde los 6 años – ¡NO ERA EFECTO DE LAS DROGAS!
Él iba a matarnos a mi y a mi hijo. Conseguimos entrar en el carro y huir (pensábamos nosotros), mas el tal ángel interrumpía el andar del carro. Yo manejaba a alta velocidad. Los niños se lanzaban sobre mi hijo para protegerlo. Una de las niñas era mi hermana. Habíamos traído al niño en pañales y apenas con un saquito. Yo intentaba ver a mi hijo, y con miedo de que él lo matase, conducía el carro desesperadamente. Fue Dios quien nos guió.
Al llegar a la casa de mi madre, intenté hablar, pero no salía sonido de mi boca. Yo sólo escupía, escupía; una saliva muy blanca. Y de esos momentos (porque existen momentos que yo no consigo recordar), supe por familiares que presenciaron esas cosas que escupía tanta saliva, que fue preciso ser usada una frazada. No estoy exagerando.
Nadie veía al tal ángel/demonio, pero me dijeron que yo hablaba con alguien. Hubo quien dijo que aquello era brujería, hechicería, plaga, pero lo cierto es que el tal ángel estaba allí, en el mismo cuarto, donde yo había hecho el pacto con él para matarme.
Él decía: “¡Dame todo el oro que yo te di!” Y me dijeron que yo tiraba todo el oro en el piso. Se llevaron a mi hijo lejos de mí, porque me dijeron que yo misma era quien quería matarlo. Hoy yo se que estaba completamente poseída por él (ángel). Él estaba dentro de mi cuerpo.
Llamaron a los médicos, que nada pudieron hacer. Hasta los brujos a los que me llevaron dijeron: “No podemos hacer nada en esta Semana Santa.”
Me llevaron a la Iglesia Católica, y nada pudieron hacer. Dicen que no conseguían controlarme. Estaba completamente poseída, loca, y que gritaba, gritaba y rasgaba toda mi ropa. Hasta que me llevaron para el Miguel Bombarda (hospital psiquiátrico). ¿Estaba loca?
Allá, reventé una camisa de fuerza. Tuvieron que atarme a la cama, y la cama se levantaba del suelo. Pasaron tres días y volví a un estado de normalidad. Toda mi familia, amigos, vecinos, fueron a visitarme. En aquel momento, yo sentía un odio hacía mi marido, de la familia de él, que hasta me dolía el pecho, y yo no conseguía saber porque lo odiaba tanto.
Una junta médica se reunió, me llamó y preguntó si yo estaba loca. ¡Respondí agresivamente que no! Entonces, ellos mandaron llamar a mis padres, y nos dijeron lo siguiente: “La hija de ustedes no está loca; no conseguimos encontrar ninguna explicación para lo que le sucedió. Nuestro consejo es que si ustedes quisieran, llévenla a la medicina popular (brujos).” Y al día siguiente me dieron el alta. Salí del hospital.
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