thumb do blog Blog Obispo Macedo
thumb do blog Blog Obispo Macedo

Sexo con el diablo - Capítulo 3

“El texto que sigue es la continuación del testimonio de María de Fátima a Cruz Carvalho, que comenzó a ser publicado en el post anterior

Al principio, todo parecía un mar de rosas. Parecía una mujer feliz con un matrimonio perfecto.

Mi matrimonio era envidiado por muchos, pero mi día a día era una mentira. Dentro mío existía un vacío, una tristeza, un dolor, una alegría fingida.

Un año después, quedé embarazada. Fue un embarazo planeado, pero al quedar embarazada comenzaron a surgir problemas que no podía entender. Mi marido empezó a estar más distante y el ángel más cerca. Yo era una mujer independiente, con formación en Educación Física, pero era muy obstinada. Insistía en trabajar, aún estando con la panza ya grande. Por otro lado, mi marido insistía en quedarse en casa.

A esa altura, el ángel comenzó a acostarse en nuestra cama con nosotros. Comencé a tenerle miedo, al punto de que, muchas veces, rechazaba a mi marido (porque ese ángel estaba allí, en medio de nosotros). Mi marido pensaba que las cosas que decía eran hacia él. De esa forma, se volvía agresivo conmigo.

Muchas veces, sentía una mano acariciando mi panza. Pensaba que era mi marido. Pero cuando abría los ojos y veía que era ese ángel, gritaba.

El ángel me decía: “Fátima, vas a ser muy rica, pero tienes un precio que pagar”. Yo no entendía nada.

A esa altura, ya había dejado de consumir drogas porque tenía a mi hijo en el vientre. Pero tenía ataques muy extraños, desmayos, crisis nerviosas. Aparentemente estaba bien de salud, pero yo era muy nerviosa; todo me irritaba, sentía dolores de cabeza, pero muchos me decían que era normal.

Mi hijo nació en noviembre. Fui financieramente muy rica y los problemas se multiplicaron. La envidia de los que me rodeaban era clara, sólo yo no la veía.

Ese tal ángel pasó a estar constantemente, día y noche, a mi lado. Los desmayo, las crisis nerviosas, la angustia, todo aumentó. Sentía una soledad interior. Lo extraño era que yo tenía dinero, una casa bonita junto al mar, empleadas, un lindo hijo, pero sentía un gran vacío. A pesar de esa tristeza que me consumía, tenía que fingir que era feliz.

Estaba siempre indispuesta. Un día estaba normal, otro día, con dolores, y nadie podía encontrar la causa se esa indisposición. Tenía dolores de cabeza, sentía que todo a mi alrededor me apretaba el cráneo. Mi marido comenzó a tomar. Lo encontraba muy apartado de mí. Empezó a prestarle más atención a los amigos que a nosotros (mi hijo y yo). Teníamos mucho dinero y éramos muy inexpertos. Estábamos en 1983 / 1984.

El ángel estaba ahora intentando tocarme. Varias veces le decía: “No me toque. ¡Salga de aquí!”. Nadie lo veía, solamente yo. ¡Que perturbación! ¿Cómo hablar de eso con alguien? Yo comenzaba a pensar en cómo huir de aquel que se estaba convirtiendo tan aterrador para mí. Estaba sintiendo otra vez mucho miedo, el mismo miedo que sentía cuando era niña.

María de Fátima da Cruz Carvalho