Revelación
Nuestro nombre es una de las primeras cosas que aprendemos, desde muy pequeños, antes incluso de que aprendamos a hablar. El nombre es la identidad de cada uno, lo que nos identifica como seres humanos. Al nacer, nuestros padres nos dan un nombre, porque ellos son la autoridad sobre nuestra vida.
Cuando Moisés le preguntó a Dios cuál era Su nombre, el Señor le dijo: «Yo soy el que soy». Dios no se presentó a Moisés con un nombre porque Él es autoexistente; no nació; no fue creado, ni generado.
Dios se manifestó a Moisés, pero no reveló Su nombre. Los judíos creen que la identidad de Dios es «Yo soy el que soy», y en el Antiguo Testamento ninguno de los grandes hombres que Dios levantó Lo llamaba por el nombre porque eso no les había sido revelado.
En el Nuevo Testamento, el nombre de Dios, que permaneció escondido por toda la historia, nos fue revelado.
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