Quien pregunta lo que quiere, oye lo que no quiere
“Siempre me he cuestionado acerca de cuántas injusticias sufrimos, y, muchas veces, sin motivo. Simplemente aparecen de forma inusitada y no nos dan ninguna oportunidad de demostrar que no tenemos ninguna relación con ellas, o con las personas por las cuales nos llegan. Son acusaciones, chismes, una mala mirada… Da ganas de tirar todo por el aire e irse, largar todo lo conquistado y desaparecer hacia un lugar en donde nadie nos conozca y comenzar una vida nueva. Pero no sirve mirar hacia atrás, detenerse, y mucho menos tirar todo por el aire. Pedir consejos a los líderes de la iglesia, muchas veces ya no sirve más, pues siempre es la misma cosa: “Dios va a honrarla, persevere, tenga fe, etc.”
Y, siempre viene un cuestionamiento. Si ya es casado y feliz, es fácil pedirle a una soltera de 30 años que espere en Dios a la persona correcta para casarse. Si ya se tiene todo lo que quiere, a pesar de las luchas, cuando son dos, es mucho más fácil enfrentarlas. Es eso lo que no entiendo. Parece que todas las esposas y pastores repiten el mismo refrán: “Tenga paciencia y sea fiel, Dios la honrará.” Pero cuando eso no sucede, no se ve ninguna luz al final del túnel. ¿Qué hacer? Como ya escribí antes, es fácil pedirle a alguien que espere si usted ya tiene lo que el prójimo espera. (Es mi opinión)
PDA: Continuo confiando en Dios, mismo sin respuestas.”
Amiga,
¿Qué es lo que usted quiere oír? ¿Que debe abandonar su fe? Sinceramente, no conozco ninguna otra alternativa para una mujer de Dios soltera a los 30 años, a no ser que hacer su parte en confiar y usar su fe. Ahora, si usted tiene otra alternativa, no dude en decírnosla. Por lo que usted escribió, aunque termine con un “continuo confiando en Dios”, usted me parece una persona muy frustrada, que vive pensando en desistir de la fe. Si su vida sentimental es más importante que su fe, entonces, realmente, va a continuar en esa frustración. Quien pone a Dios en primer lugar, pase lo que pase, demore el tiempo que demore, nunca, jamás, piensa en desistir de Él a causa de una bendición todavía no conquistada. ¿O usted piensa que nosotros, pastores y esposas, no tenemos bendiciones todavía no conquistadas? ¿Usted ya oyó hablar de mi hermano? ¿De mi propio hijo? ¿Y entonces? ¿Voy a desistir de mi fe, de la Obra de Dios, a causa de pequeñeces que todavía no sucedieron en mi vida? ¡¡¡No, no, y no!!! Cualquier bendición es pequeña comparada con mi salvación.
En la fe,
Cristiane Cardoso.
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