Ya en los días apostólicos, había un enorme conflicto íntimo entre los que oían el mensaje de salvación por la fe.

Los que lo despreciaban vivían por sus tradiciones religiosas y lo pasaban por alto. No tuvieron el mismo privilegio de los que creían. Pues, “el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio…” 2 Corintios 4:4

Sin embargo, los nuevos convertidos tenían que pasar por el tamiz de la definición personal. No se podían dar el lujo de decidir más tarde. Sabían que tenían que renunciar a algo valioso en el presente para que, en el futuro, no fuera piedra de tropiezo.

Quise postear y hablar sobre el comentario de Cris, enviado ayer, 21/02/12, en el post: Quien pregunta lo que quiere, oye lo que no quiere…, como magnífico ejemplo de fe para los aun indefinidos.

“Tengo 32 y todavía soltera. Terminé un noviazgo por una cuestión de fe. No acepto vivir de acuerdo al mundo, por otro lado él…Sé que fue la mejor decisión.
Todavía lo amo, si él acepta a Jesús, entonces sí, caso contrario…Es difícil quedarse sola, duele, es preocupante, pero Dios es mucho mayor que todo eso. Creo en el cumplimiento de las promesas. Hoy estaba desanimada. Pero Dios me levantó con ese post, Él está en el control y ese texto fue directamente para mí. Esa es mi situación. Y Dios sabe de eso. ¡Gracias Señor!”

Cris, yo también ya viví un caso semejante. Y por haber oído la voz de la fe, mi Señor honró mi sacrificio. Lo mismo pasará con usted. Al final de cuentas, Él no falla ni se olvida de los que Lo honran.

Su sacrificio es el mayor clamor. A partir de ahora, ni es necesario orar más en ese sentido, porque la respuesta ya está en camino. Sean realizados los sueños de todos los demás que viven ese tipo de fe.