thumb do blog Blog Obispo Macedo
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¿Pochoclo o ''piruá''?

La transformación del maíz duro en pochoclo blando, es el símbolo de la gran transformación por la que deben pasar los hombres para que sean lo que deben ser. El maíz del pochoclo no es lo que debe ser. Él debe ser lo que sucede después de la explosión.

El maíz del pochoclo somos nosotros: duros, “rompe dientes”, no aptos para comer. Pero la transformación solo sucede por el poder del fuego. El maíz para pochoclo que no pasa por el fuego sigue siendo maíz para pochoclo para siempre.

Así sucede con nosotros.

Las grandes transformaciones suceden cuando pasamos por el fuego. Quien no pasa por el fuego queda de la misma manera toda la vida. Son personas de una monotonía y una dureza asombrosas.

Solamente ellas no se dan cuenta. Piensan que la suya es la mejor manera de ser.

Pero, de repente, viene el fuego.

El fuego es cuando la vida nos lanza en una situación que nunca imaginamos. Dolor. Puede ser el fuego por fuera: perder un amor, perder un hijo, enfermarse, perder el trabajo, empobrecerse.

Puede ser el fuego por dentro: pánico, miedo, ansiedad, depresión, sufrimientos cuyas causas ignoramos. Existe siempre el recurso del remedio. Apagar el fuego. Sin el fuego, el sufrimiento disminuye. Y, con eso, disminuye la posibilidad de la gran transformación.

Imagínese que el pobre pochoclo, encerrada dentro de la olla, allí adentro poniéndose cada vez más caliente, piensa que su hora llegó, va a morir. Dentro de su cáscara dura, cerrado en sí misma, no puede imaginarse un destino diferente. No se puede imaginar la transformación que está siendo preparada. El pochoclo no se imagina de lo que es capaz. Entonces, sin aviso previo, por el poder del fuego, sucede la gran transformación: ¡BUM! Y aparece como otra cosa completamente diferente de aquello que nunca había soñado.

“Piruá”

“Piruá” es el maíz para pochoclo que se rehúsa a explotar. Son esas personas que por más que el fuego caliente, se rehúsan a cambiar. Piensan que no puede existir algo más maravilloso que su forma de ser.

Y su orgullo y el miedo forman la dura cáscara que no explota. Su destino es triste. Serán duras toda la vida. No se transformarán en la flor blanca y blanda.

No le van a dar alegría a nadie. Terminada la explosión alegre del pochoclo, en el fondo de la olla quedan los “piruás” que no sirven para nada. Su destino es la basura.

Necesitamos decidir lo que somos: ¿Pochoclo o “piruá”?

“He aquí Mi siervo, Yo le sostendré; Mi escogido, en quien Mi alma tiene contentamiento; He puesto sobre él mi Espíritu; él traerá justicia a las naciones.” Isaías 42:1

Colaboró: Allisson de Oliveira