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Platas de la Casa de Dios

Todo cuanto yo escribo aquí es de mi entera responsabilidad.

Voy a cumplir 84 años. Esto no es una despedida, porque me voy a quedar aquí hasta que Dios quiera y voy a perseverar hasta el fin.

Pero pensé en agradecer a todos los obispos, pastores, auxiliares y respectivas esposas que pasaron por las iglesias que frecuenté:

Duque da Terceira, Cedofeita, Vale Formoso y Cenáculo do Porto.

Muchas gracias por sus enseñanzas, por el cariño y por la cosa más preciosa que me dieron: haber conocido a mi Señor Jesús que vive en mi corazón.

Pero también pasaron muchos que me enseñaron la Palabra, y hoy ya no están con nosotros – lo que lamento. El 3 de junio vamos a tener el “Día del Rescate” de aquellos que fueron nuestros y que ahora no lo son.

Recuerdo que hace muchos años, no sé cuántos precisamente, tal vez 19 o 20, no sé, estuvo aquí el obispo José Carlos. En una reunión, él dijo una palabra que nunca olvidé: “Si un día yo salgo, sea por el motivo que sea, incluso si es para abrir una iglesia, no venga conmigo. Porque si yo hiciera eso, es que no estoy bien.” Fue más o menos así…

Por eso me acordé de esos que ya no están con nosotros – obispos, pastores, auxiliares, obreros, miembros – todos esos ¡NO ESTÁN BIEN!

Voy a hablar duramente: ¡arranquen ese orgullo, sean humildes y vuelvan! Dios está con los brazos abiertos para recibirlos, pero primero Él tiene que ver el arrepentimiento de ustedes. No quieran morder la Mano de Aquel que les dio el Pan de la Vida.

Yo no soy nada, soy muy pequeñita, espiritualmente hablando, pero Dios sabe que estoy siendo sincera.

Conocí a grandes hombres de Dios que ahora están afuera, predicando en otras iglesias, pero fue aquí que aprendieron a obedecer la Palabra de Dios, ¿o no es así? No quieran ser como Lucifer, que hizo una rebelión en el Cielo porque quería ser superior a Dios, y Dios lo expulsó. Vuelvan mientras que Jesús pueda ser hallado.

Perdónenme, pero quiero verlos salvos. No permitan que el sacrificio del Señor Jesús por sus almas haya sido en vano.

Un abrazo sincero, incluso para aquellos a los que no les va a gustar.

Hay un mes para meditar…

Loudes Loureiro.

 

Colaboró Pastor Rodrigo Moura