Oración y Sacrificio
Muchas personas han pensado que, dada nuestra autoridad espiritual, las respuestas de Dios a nuestras oraciones particulares son casi inmediatas.
Felizmente, o infelizmente, no lo son… Dios lo sabe.
Hace años hemos perseguido un sueño especial. Oraciones por la madrugadas, ayunos y hasta gemidos. ¿Por qué, mi Dios y mi Padre?
En eso la respuesta no tardó. Estaba allá bien adentro de la Biblia. Libro de Jueces, capítulo 20.
Llevados por las circunstancias, los hijos de Israel vivieron un gran problema familiar. Uno de sus hijos tuvo a su mujer abusada y muerta por algunos de sus hermanos de la tribu de Benjamín. Sedientos por justicia y bajo el consentimiento de Dios, Israel subió contra la tribu de Benjamín.
El primer día de batalla fueron derrotados y perdieron a 22 mil hombres.
Israel no se intimidó y de nuevo se volvió contra los benjamitas. Pero esta vez lloraron delante del Señor hasta la tarde, y Le consultaron diciendo:
“¿Volveremos a pelear con los hijos de Benjamín nuestros hermanos? Y el Señor les respondió: Subid contra ellos. Y aquel segundo día (…) derribaron por tierra otros dieciocho mil hombres de los hijos de Israel.”
Perseveró Israel y por tercera vez consecutiva se volvió contra los “HERMALOS”.
Pero esta vez Israel primero subió a Bet-el, y lloró, y estuvo allí delante del Señor, y ayunó aquel día hasta la tarde. Y delante del Señor ofreció holocaustos y ofrendas pacíficas. (Jue 20:26)
A partir de entonces tuvieron la visión Divina de cómo podrían derrotar a los benjamitas. Colocaron el plan en práctica y obtuvieron la victoria completa.
Resumiendo: Israel oró la primera vez y, aún con el permiso Divino, perdió… La segunda vez oró y hasta lloró y, aún con el permiso Divino, perdió otra vez… La tercera vez Israel oró, lloró, ayunó y sacrificó…
¡Y la victoria total alcanzó!
¡Que Dios nos dé coraje para asumir la fe!
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