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Ofrendas de justicia

Con seguridad, Dios requiere de Sus siervos ofrendas de justicia.
La profecía:
“Y se sentará para afinar y limpiar la plata; porque limpiará a los hijos de Leví, los afinará como a oro y como a plata, y traerán al SEÑOR ofrenda en justicia” Malaquías 3:3, anuncia la primera venida de Jesús como Señor y Salvador. Él haría posible que los hijos de Leví fueran refinados como el oro y como la plata.

Leví fue la única tribu de Israel escogida para servir al Señor Dios como sacerdote. Sus hijos darían secuencia a las tareas sagradas en el Tabernáculo y después en el Templo.

Al principio, Leví y sus hijos tuvieron la honra de dedicarse exclusivamente al Señor. Hacían eso con santidad y temor. Eran encargados de cargar el Arca de la Alianza, montar y desmontar el Tabernáculo, hacer los sacrificios y presentar a Dios las ofrendas traídas por el pueblo, además de otras atribuciones.
Pero con el trascurrir del tiempo, sus hijos se fueron enfriando en la fe y terminaron corrompiéndose por completo. Ya no servían más a Dios.
Su ausencia de temor hizo que consideraran las ofrendas como fastidio. Y despreciaron al Señor de los Ejércitos con ofrendas inmundas, tales como animales hurtados, cojos y enfermos. Malaquías 1:13.

Jesús vino como fuego de orfebres para purificar a los sinceros, cuyos corazones estaban corroídos y refinarlos como el oro. Pero solo los sinceros, porque los demás, hipócritas, serían completamente quemados.

La sangre de Jesús continúa lavando y justificando al pecador sincero, y el fuego de Su Espíritu lo mantiene puro para, finalmente, traer ofrendas de justicia al Señor.