thumb do blog Blog Obispo Macedo
thumb do blog Blog Obispo Macedo

Mi propia novela romántica

La caligrafía era perfecta, la carta parecía estar toda cubierta de oro, mis ojos se pusieron azules. El sentimiento era inexplicable. No fue la carta en sí lo que convirtió ese momento en especial para mí, y sí la forma en la que todo sucedió a partir de la simple confianza en Dios. Es como si yo estuviera recibiendo mi recompensa por darle el dominio de mi vida.

Inmediatamente recordé el sacrificio en la Campaña de Israel anterior. Había sido un anillo de oro, era mi único anillo. Mi padre me lo había dado como regalo de mi cumpleaños de 15. Significaba mucho para mí, tanto que era todo lo que tenía para sacrificar. Yo no trabajaba, no tenía dinero ni nada de valor.

Después de ponerlo en el sobre, me sentí orgullosa de mi fe de cierta forma, como si, en todos esos años, finalmente hubiese hecho algo con ella. Pedí a Dios una cosa en aquel sobre, quería casarme con mi primer novio, que viniera de Él (y de nadie más).

Yo era la hija del obispo, todos querían conseguirme a alguien. A los ojos de ellos, yo estaba disponible. A mis ojos, no lo estaba. Quería que Dios me preparara a alguien porque sabía que elegiría a la persona perfecta para mí. Dios sabía de mis expectativas y entonces no sería nada más ni nada menos de lo que esperaba.

Cuando Renato (hoy mi marido), de la nada, me escribió esa carta de amor, sin al menos haberme conocido o hablado conmigo, fue como si Dios me hubiese escrito el romance perfecto.

Yo no podía parar de sonreír y tengo la sensación de que Dios tampoco.

En la fe.

Cristiane Cardoso