thumb do blog Blog Obispo Macedo
thumb do blog Blog Obispo Macedo

Médico Ateo se Convierte

Hoy yo no voy a publicar ningún mensaje nuevo.

Vamos a colocar este testimonio tan maravilloso que me hizo llorar y que quiero compartirlo con ustedes. Lea despacio y con la debida atención que merece y vea la Grandeza de nuestro Dios.

¡Que Dios los bendiga!

Testimonio enviado por e-mail:

Obispo Macedo, mi nombre es Pedro Dante. Yo y mi esposa Antonia le estamos enviando este e-mail y deseamos ardientemente que llegue hasta usted. Él relata mi encuentro con Dios.

Obispo, yo soy licenciado en medicina y, antes, era totalmente incrédulo de esta fe. La misma fe que mi esposa y mi abuela siempre han tenido cuando llegaron a la IURD. Siempre dependí de la fuerza de mis brazos, de mis estudios, orgulloso de la medicina que a través de mí salvaba vidas. Mi esposa hace 12 años empezó a luchar por mí, por mi salvación. Yo nunca acepté que ella me dijera nada de DIOS o de la IURD. Siempre fuimos de condiciones financieras favorables, nunca dependí de nadie. Mi esposa muy sabiamente siempre luchó por mi salvación en silencio, hasta porque ella sabía y conocía el marido que tenía: orgulloso, pues nunca aceptaba que ella me hablara de DIOS y de su fe.

Hasta que en septiembre de 2008 aconteció en mi vida algo inesperado. Como soy un médico reconocido, recibí una llamada de un amigo para viajar hasta Campo Grande, en Mato Grosso do Sul (Brasil) y acompañar un caso de dengue hemorrágica, una grave enfermedad viral transmitida por la picadura del mosquito “Aedes aegypti”, en la que pueden sobrevenir hemorragias y a veces un estado de choque, que lleva a la muerte. En este caso, yo me acercaría allí tan solo para hacer una autopsia. Sólo el cuerpo desfallecido para, entonces, ayudar a la medicina a encontrar una inyección contra todos los tipos de dengue.

Era una joven de 26 años, pero Obispo, cuando yo llegué ella ya había sufrido con traumas como paradas respiratorias y estaba en coma inducido. Mi junta médica controlaría la fiebre y la hemorragia. Como médico, nunca había visto una dengue hemorrágica en aquel estado, aún así, había algo diferente en el semblante de ella.

Esa joven, una guerrera de fe, Obispo, que tiene la misma fe que mi esposa tiene. Cuando llegué con mi equipo médico, evaluamos el caso y ella estaba muy mal. Era para estar muerta, debido a las muchas paradas respiratorias. Durante la madrugada, cuando ella salió del coma, mi equipo me llamó.

Yo aún no había conversado con ella debido a su estado. Ella me dijo: “Doctor, yo no sé lo que el Señor Jesús va a hacer conmigo esta noche, no sé lo que Él quiere, pero sé que la voluntad de Él va a ser hecha en mi vida. Y si Él quisiera llevarme hoy, usted no podrá hacer nada. Puede quedarse haciendo masajes, dar choques, lo que tenga hacer, pero sólo vuelvo si DIOS así quisiera porque mi vida está en las manos de Él”.

Obispo Macedo, aquello fue algo absurdo para mí, porque yo, con todo mi orgullo, nunca aceptaría que una muchacha me dijera aquello. Ella realmente fue muy descarada. Nadie antes había hablado conmigo de aquella forma en toda mi vida. El detalle es que ella nunca me había visto antes. Pregunté al equipo que trabaja conmigo: «¿Quién es el profesional aquí? ¿Quién estudió y se especializó en medicina humana durante años, y ahora viene esa joven, una niña a hablarme de esa manera? ¿Quién se cree que es? Mientras yo estudiaba y salvaba vidas, ella estaba en la iglesia sirviendo a ese DIOS de ella».

Obispo, salí del cuarto de esa joven que se llama Charlene. Salí de allí gritando, airado con todo aquello. Ella, aún en aquella situación seguía creyendo en lo que no veía, porque su vida estaba destrozada. Cuando una vez más, lo inesperado aconteció. En aquella madrugada, Obispo, esa joven falleció. En la misma hora, recordé lo que ella me había dicho pocos minutos antes. Rápidamente, comencé a hacer los masajes y usé el desfibrilador. Me quedé durante 40 minutos intentando reanimarla. Ya agotado y sin fuerzas, mi equipo paró de auxiliarme y se quedó mirándome. Cuando mi auxiliar jefe y amigo cogió mis brazos y me dijo: “Pedro, ¡para, ella murió!»

Obispo, yo salí de aquel lugar y fui a llorar humillado. Yo dije a mi equipo: “Yo nunca perdí a nadie en los 35 años que llevo ejerciendo la medicina, y vino esta joven grosera y me avergonzó delante de todos con esa fe en ese DIOS de ella (siempre acordándome de mi esposa que es de la misma fe e iglesia de Charlene)».

Mi junta médica, estaba desanimada, delante de mi ira y mi trastorno. Después de algunos minutos, me controlé, recuperé el aire y fui a la familia a decir que Charlene había fallecido.

Yo conversaba con la familia: “Yo hice todo lo que pude intentando reanimarla para que viviera, pero Charlene falleció». CUANDO DE REPENTE, LA ENFERMERA ENTRA CORRIENDO Y GRITANDO EN LA SALA: «DOCTOR PEDRO, LA PACIENTE NO MURIÓ. ELLA RESUCITÓ!!!!!!!!!!!!!» OBISPO MACEDO, DESPUÉS DE INTENTAR Y AGOTAR MIS FUERZAS Y TODOS MIS CONOCIMIENTOS MÉDICOS, Y COMUNICAR A LA FAMILIA SU FALLECIMIENTO, ELLA VOLVIÓ DE LA NADA. YO YA HABÍA DADO El HORARIO DE FALLECIMIENTO. ELLA ESTABA EN LA OTRA SALA. CON TODOS LOS PREPARATIVOS NECESARIOS Y YO CON LA FAMILIA DE ELLA, CUANDO REPENTINAMENTE ELLA RESUCITÓ….

MI CABEZA NO ENTENDIÓ NADA. REALMENTE, DE NADA ME SIRVIERON LOS AÑOS DE ESTUDIOS, ESPECIALIZACIONES Y FORMACIÓN DELANTE DE AQUELLO. CUANDO ENTRÉ EN LA SALA, ELLA ESTABA SENTADA, “SONRIENDO”. FUI A EXAMINARLA, PERPLEJO, SIN ENTENDER NADA, SIN CONSEGUIR MIRARLA A LOS OJOS.

Salí de allí y llamé a mi esposa que estaba en Campinas (San Paulo), donde vivíamos. Ella estaba despierta, preparando todo, porque estábamos trasladándonos a Portugal. Le dije: “Antonia ayúdame, porque no sé lo que pasó. No estoy entendiendo nada”.

Le expliqué todo lo que había acontecido aquella madrugada. Antonia me dijo: “Mi querido Pedro, yo sabía que esto un día acontecería. DIOS permitiría que tú te rompieras la cara para así poder conocerlo. Quédate tranquilo que todo se va a aclarar. DIOS hizo todo eso sólo por ti».

Lloré mucho aquella madrugada. No conseguí dormir hasta que no amaneciese para así poder conversar con esa joven.

Por la mañana, inmediatamente, fui a verla. Obispo Macedo, ella me habló de JESÚS, de todo el sacrificio de Él por mí. Ella me habló que su vida estaba en las manos de DIOS y que en ningún momento tuvo miedo, porque sabía en quien ella había creído. Y me invitó a ir a la Catedral, el domingo por la mañana, antes de volver a San Paulo. Dijo que yo ya no tenía más tiempo que perder para participar de la reunión en la Iglesia Universal.

Entonces, le dije que mi esposa Antonia era de esa iglesia desde hacía 12 años, y siempre quiso llevarme con ella. Siempre luchó por mí. Charlene dijo: “DIOS oyó las oraciones de su esposa, doctor. Los propósitos que ella había hecho por usted. En esta madrugada, MI DIOS tuvo que usar una “muerta” para salvar su alma, porque Él había usado muchos “vivos” pero usted no hacía caso a DIOS».

Fui hasta la Catedral de Campo Grande (MS), donde el Obispo dijo que DIOS actúa cuando la medicina ya no puede actuar. Que ese es el DIOS de la Iglesia Universal. Hasta pensé que Charlene o alguien le había dicho lo que aconteció, pero era DIOS hablándome. Participé de la reunión aún perplejo con todo aquello. Salí de allí con aquellas palabras y aún intentando entender todo lo que había acontecido. Conversé con los pastores y espoas amigas de Charlene que acompañaron su caso de cerca, por teléfono y e-mails, porque ellos viven en Porto Alegre (RS). Son el pastor Davyd Windsor y la señora Jecy, pastor Cristiano y la Señora Paula, pues como Charlene dice, amigos más próximos que hermanos en la vida de ella. El pr. Davyd, por e-mail, me dijo: “Dr. Pedro, desde el comienzo, el objetivo no era Charlene, ¡porque ella ya está salva! El objetivo de DIOS era usted».

Obispo, volví a San Paulo, me encontré con mi esposa, Antonia. En el mismo momento, ella me dijo que yo no era el mismo Pedro que ella había visto la última vez. Aún con el viaje programado para Portugal fuimos hasta la IURD de Brás, donde pedimos a los pastores poder conversar con el Obispo Romualdo, Obispo Jadson o el pastor Edson, pero nos dijeron que el Obispo Romualdo estaba viajando y que el Obispo Jadson y el Pastor Edson no estaban atendiendo. Aún así, participé de la reunión con mi esposa.

El Obispo Jadson llamó adelante a las personas que querían entregar su vida para DIOS. Yo fui hasta adelante y me entregué. Inmediatamente, hubo una Paz, un Gozo. Había salido un gran peso de mi espalda.

Ahora entiendo todo lo que DIOS hizo por mi alma. El SACRIFICÓ A SU HIJO, MI SEÑOR JESUS. HOY, YO LO ACEPTO COMO MI SEÑOR. Hoy entiendo que lo que aconteció en Campo Grande sirvió para que yo conociera a DIOS. Hoy yo puedo decir que tengo un encuentro con DIOS.

Hoy vivimos en Portugal. Estoy construyendo mi Hospital. Mis hijos también ya van a la Iglesia junto con mi esposa Antonia. Mi abuela, que luchó por mí, puede sentir en mí el perfume de JESUS. Ella también era de la IURD. En el terremoto que hubo en Italia, en ’L aquila, mi abuela murió pero no me angustia pues sé que ella está salva y, si lo mismo aconteciera conmigo, tengo certeza que estaré salvo.

Bueno, Obispo Macedo, ese fue mi encuentro con DIOS. Intenté resumirlo y no entrar en tantos detalles… pero es eso, Dios me salvó, reconozco que sólo Él tiene dominio y Poder de todo. Y que todo es posible a aquel que cree. Hasta para la muerte.

Días después de todo lo que ocurrió en aquel hospital, fue ingresada una paciente con dengue hemorrágica. Ella falleció. Sólo un detalle Obispo, esa otra paciente servía a los demonios y el semblante de ella era afligido, triste. Falleció con el rostro de agonía, totalmente diferente y opuesto a lo que yo había visto días antes, el Poder de DIOS.

La señora Charlene está totalmente recuperada, sin ninguna secuela, apesar de haber sufrido 13 paradas respiratorias, hemorragias internas, se quedó 40 minutos sin latidos cardíacos y respiratorios, entre comas y comas inducidos. Después de todo eso, resucitar sonriendo es realmente un milagro del Poder de nuestro DIOS.

Ella me dijo que no está contra la medicina, que es de DIOS, pero es limitada. Y nuestro DIOS no tiene límites. Antonia agradece a DIOS todos los días por lo que aconteció porque el antiguo Pedro, orgulloso, nunca reconocería que eso es un milagro si no hubiera ocurrido lo que pasó conmigo.

Espero que ese e-mail llegue al Señor Obispo. Perdóneme por todo lo que dije antes de Usted y de su fe. Ya pedí perdón a mi esposa Antonia porque yo la llamaba de “Macedina” a causa de su apellido (Macedo). Por favor Obispo, mi sinceras disculpas, y mi gran agradecimiento por haber sido perseverante delante de tantas dificultades que vivió (Leí el LIBRO “El OBISPO”) para rescatar las almas y mi alma.

Un detalle Obispo, antes yo era conocido cómo el “Dr. HOUSE incrédulo”. Hoy soy conocido cómo Dr. Pedro, un hombre nacido de DIOS.

En la fe, Pedro Dante y Familia