Yo no voy a hablar sobre Santa Maria. Si usted está buscando algo interesante para leer al respecto, vea este post de Cris Cardoso. Aprendí mucho con él.

Hoy voy a hablar de algo de lo que a nadie le gusta hablar, pero que está presente en la mayoría de las familias – y a usted que convive con eso es a quien yo me dirijo.

Usted puede no ser una de las madres de la tragedia, pero se habituó a ella. Su hijo no está muerto, pero ya se arruinó hace mucho tiempo.

El miedo de perderlo, la afronta constante de la falta de respeto, el infierno de mantener una familia de apariencias, de adaptarse a cada nuevo vicio, a las manías, a los disturbios, a las pésimas amistades… Usted está arrinconada dentro de su propia casa, dentro de sí misma, porque sabe que su estructura está a punto de desmoronarse. Es con usted que estoy hablando.

Madres que lloran, que están con el corazón estrangulado por la desesperación y la impotencia. El alma que gime y grita pidiendo un socorro que nunca llega.

Las llamas no son visibles, pero usted las ve consumiendo y transformando en cenizas todos esos sueños que crecieron junto con su panza, que fueron registrados en las fotos de la infancia. Todos esos proyectos hoy parecen tan distantes…Las fuerzas se acabaron, ya no hay consuelo, parece que nadie hace caso.

Pero, ese grito no es solo suyo, también está en mi garganta, y en la de millones de personas. Solo existe una forma de vencer ese miedo de que su hijo muera: enfrentando a la muerte. Solo existe un Dios que venció a la muerte – Jesús.

No estoy hablando de religión, estoy hablando de vida, de salvar a su familia.

Muchos se movilizaron en todo el país por las víctimas de Santa Maria. Vamos a movilizarnos por los que están vivos.

Usted tiene siete días para eso.

Estaremos realizando en todo el mundo una Campaña de Salvación de la Familia (haga clic aquí para saber más al respecto)
Son siete días de lucha por una promesa que es real, que se cumple.

Muchos lamentablemente estarán pagando para realizar una misa del 7° día ☹.

Puede ser que usted no sea madre, o que su familia ya esté salva, pero seguramente usted conoce a alguien que no lo está.

Divúlguelo, invite, luche.

Yo haré el voto por mi hija.