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Los dos juramentos

Dios hizo dos juramentos: uno para bendiciones y otro para maldición. El de las bendiciones fue dirigido a los de la fe constante; el juramento de maldición fue para los de la fe inconstante.

Y aquí está la gran diferencia entre cristianos y “cristianos”. Los que realmente creen, mantienen su creencia, cueste lo que costare. No importan las luchas y desafíos enfrentados en los desiertos de la vida. Hay una convicción íntima de victoria que los hace perseverar hasta el fin. En las cartas apocalípticas el Señor enfatiza la perseverancia como condición de la victoria.

Pero, para los “cristianos” de fe inconstante, por ejemplo la de los hijos rebeldes de Israel en el desierto, nada les queda sino recoger los frutos de la ira de Dios.

“… juré en mi ira: No entrarán en mi reposo” (Hebreos 3:11).