Más 840 mil personas fueron afectadas en la última tempestad tropical ‘Fung-wong’, que llegó al norte de Filipinas con vientos de 95 km/h y ráfagas de hasta 120 km/h.

Cerca de 200 mil filipinos tuvieron que dejar sus casas para refugiarse en los 400 centros de evacuados del país.

Según el Consejo Nacional de Gestión y Reducción de Desastres, se cancelaron más de 1.800 vuelos. Además de eso, 75 calles y tres puentes quedaron intransitables, y centenas de escuelas y oficinas gubernamentales fueron cerradas.
Las aguas ya bajaron, pero los daños quedaron.
Por eso, en medio del caos, la Universal ha llevado ayuda a los que lo perdieron casi todo en el temporal. Pastores y miembros se unieron no solo en oración, sino en acción, llevando bolsas con alimentos para los que están viviendo en los refugios.

Los voluntarios de la Universal también llevan ayuda espiritual. A través de una palabra de fe y de aliento, realizan oraciones para que estas personas puedan encontrar fuerzas para reconstruir sus vidas.

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