Dios es espíritu. Significa que la comunicación con Él tiene que ser a nivel de espíritu a Espíritu. Del intelecto humano al Intelecto Divino.

“Hijo mío, si recibieres mis palabras, y mis mandamientos guardares dentro de ti, haciendo estar atento tu oído a la sabiduría; si inclinares tu corazón a la prudencia, si clamares a la inteligencia, y a la prudencia dieres tu voz; si como a la plata la buscares, y la escudriñares como a tesoros, entonces entenderás el temor del Señor, y hallarás el conocimiento de Dios.

Porque el Señor da la sabiduría, y de su boca viene el conocimiento y la inteligencia”, (Proverbios 2:1-6).

En estos versículos, observamos que la posición ligada al corazón es de inclinación al entendimiento. Las emociones sometidas a la razón. Y el clamor hecho basado en el entendimiento.

Infelizmente, la mayoría de los que creen en Dios, incluyendo a los evangélicos, ha intentado mantener esa comunión basada en sentimientos. Esto es, del alma al Espíritu. Eso no funciona. Es tan cierto que ellos han orado, cantado y llorado mucho y cosechado poco, para no decir, nada. Su fe, regada por la emoción, ha neutralizado su fe sobrenatural e impedido sus conquistas.

Es obvio que, por detrás de esa gran conmoción fervorosa, actúan espíritus engañadores. Es por esto que la situación espiritual de las iglesias es caótica.

Sume a eso los estímulos del infierno en llevar a los incautos a oír la voz del corazón.

De hecho, la manifestación del la fe basada en sentimientos ha causado una falsa sensación de la presencia de Dios. Tal sentimiento gusta y, aparentemente es convincente, pero, sin ningún beneficio práctico.

Cuando se escucha la voz del Señor de la Razón y se la pone en práctica, no hay forma de equivocarse.