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La Sangre de la Fe Hierve

¿Qué más decir sobre Abraham que no se haya enseñado?

A pesar de eso hay algo que pocos han aprendido.

En los muchos ejemplos de la vida de fe de este héroe, él se transformó en el referencial del Dios Vivo aquí en la Tierra.

Eso no queda claro cuando se habla de Dios con las personas.

A fin de cuentas, cada ser humano ha considerado su propio dios.

En general, en los deportes, los locos endiosan a sus ídolos.

En el mundo de la música, otros locos endiosan a cantantes.

En fin, en cada sector del éxito, hay siempre un dios idolatrado por la pasión popular.

Cada idólatra tiene su propio dios.

¿Cómo separar al Único y Verdadero Señor de los demás?

¿Y cómo diferenciar a un hijo de Dios de los idólatras?

La palabra “dios” significa “uno que es adorado”.

Adoración al hijo constituye idolatría.

Adoración a cualquier humano, animal o cosa constituye idolatría.

Debido a eso, creer en Dios no significa mucho o, prácticamente, nada.

Sin embargo, la creencia abrámica cambió el sentido de creer en Dios de una forma inteligente.

Su relación con el Señor Invisible enseña esto.

Cuando invocamos al Dios de Abraham estamos dirigiendo nuestra fe, de forma inteligente, hacia el Señor que Se reveló a Abraham, le hizo promesas y las cumplió en los más mínimos detalles.

De entre todas las religiones, ¿cuál fue el dios que hizo lo mismo con sus seguidores?

¿Alguien conoce otro dios que haya cumplido sus promesas como lo hizo el de Abraham?

Solamente Él honró a Abraham y continúa honrándolo a través de sus hijos en la fe.

Abraham fue más allá de la propia bendición.

Él fue, es y siempre será el referencial de Dios en toda la Tierra.

Cuando en Nombre del Señor Jesús oro y direcciono mis pensamientos al Dios de Abraham, mi fe despierta.

Cuando pronuncio al Dios de Isaac, la fe aumenta.

Cuando completo mi concentración en el Dios de Israel, la sangre de la fe hierve y me olvido que estoy en el mundo.

Cuando uso la fe en el Dios de Abraham, en el Dios de Isaac y en el Dios de Israel, es como si yo subiese la escalera de la fe hasta el Trono del Altísimo.

Haga esa experiencia usted también.

Al desafiar a los profetas de Baal, el profeta Elías sabía que su vida estaba en juego. Si su oración no tenía respuesta inmediata, moriría. Entonces oró:

“SEÑOR Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, sea hoy manifiesto que Tú eres Dios en Israel, y que yo soy Tu siervo, y que por mandato Tuyo he hecho todas estas cosas.” 1 Reyes 18:36

Su oración no duró 20 segundos y el fuego descendió.

La manifestación gloriosa del Eterno y Único Dios, Desconocido entre las naciones, comenzó con Abraham.

Abraham enseña que no hay límite en la conquista por la fe.

Que no se deben medir esfuerzos para practicar la fe inteligente.

Que la obediencia incondicional a la Voz de Dios fue su cruz desde el principio cuando  anduvo con el Altísimo.

Con él aprendemos que el tamaño de la fe es medido por su grado de sacrificio.

Con él aprendemos a vivir por la fe.

Con él aprendemos a separar la fe de la emoción, de los sentimientos del corazón.

Con él aprendemos a sacrificar.

Con él constatamos la existencia del Eterno Dios Creador.