La Rutina de la Fe
El hábito de hacer las cosas siempre de la misma forma ha atado la vida de mucha gente. Sea en el aspecto profesional, en el matrimonio y hasta incluso en la fe.
Sin embargo, no existe rutina cuando se vive por la fe, así como no existe rutina en el matrimonio cuando se ama de verdad.
La vida por la fe exige un continuo sacrificio, así como, la vida de a dos exige sacrificio de ambos.
Cuando se vive por la fe, se depende del Espíritu de Dios; cuando se depende de Él, se vive por la fe. Lo mismo sucede en relación al matrimonio. Cuando se ama de verdad, hay una dependencia mutua, hay paz y armonía, respeto, consideración y fidelidad.
Muchos han usado la fe como herramienta de confort espiritual en el momento de morir. No para conquistas personales. Se someten a los fracasos por la “fe” en el sufrimiento de la cruz, en las pruebas, en el karma y en el destino. Ignorando las Promesas Divinas se dejan llevar por esos sacrilegios sin cuestionar.
Quien tiene el Espíritu de Dios está indignado contra las injusticias y males de este mundo, y jamás se conforta, consuela o acomoda con ellas.
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