La relación entre Jesucristo y el Templo
Como ya fue explicado anteriormente, el Tabernáculo y el Templo de Salomón (el primer Templo), así como el hombre, están compuestos por tres partes principales: el patio, el Santo Lugar y el Santo de los Santos. De esta forma, no hay cómo hablar del Señor Jesús sin hablar del Templo. La relación entre ambos es tan grande que es imposible disociar, visto que el Templo fuera todo planeado para representar la salvación por medio de Jesucristo. Para entender mejor, vamos a los hechos.
Siempre que el Tabernáculo era armado, cada vez que el pueblo de Israel se detenía en el desierto, era organizado de dentro hacia fuera, o sea, la primera parte en ser armada era el Santo de los Santos, y así por delante se disponían los elementos hasta llegar al atrio. Eso significa que Dios comienza Su tratamiento espiritual en nosotros por el interior, por aquello que tenemos más adentro: el espíritu. Es interesante destacar también que las divisiones del Templo corresponden a las partes referidas al ser humano, a saber: el cuerpo, el alma y el espíritu.
Observando el gráfico de arriba, percibimos que el patio (A) estaba compuesto por la puerta, el altar y la pila. Esa relación significa que todo el Templo fue construido ya pensado en la presencia del Señor Jesús. O sea, la puerta, lugar por el que tenemos acceso a los lugares, inclusive en el Templo, representa Jesús. “Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos”, (Juan 10:9).
Eso significa que así como tenemos acceso al Templo, entrando por una puerta, para tener acceso a Dios, tenemos que entrar por la Puerta llamada Jesús. En el mismo gráfico se puede observar que de la puerta al Santo Lugar (B), se forma una cruz (trayecto en rojo, de la puerta hasta el Altar del incienso) y, por encima de ella, donde está el Santo de los Santos (C), se encuentra el Arca de la Alianza (en amarillo), que simboliza la presencia de Dios.
La puerta del Templo simboliza a Jesucristo y el sacrificio (vea el gráfico). Por medio de Su sacrificio de muerte en la cruz, pasamos a tener acceso no apenas al Santo Lugar, porque el velo se rasgó, sino a la salvación. Sin embargo, cada persona que decide entrar por esa Puerta debe, así como hizo Jesús, realizar su sacrificio diario para obtener la salvación. O sea, apenas entramos por la Puerta, dejamos el mundo atrás y abandonamos nuestras propias convicciones, voluntad y deseos carnales.
Dado este paso, viene el segundo, que es el Altar (observe en el gráfico, que es el primer lugar después de la puerta). Apenas entramos por la Puerta, vamos al encuentro del Altar, donde tenemos la oportunidad de morir para la vida, para que tengamos una nueva con Dios. En el altar estaba el sacrificio de animales, que desprendían perfume, que para Dios era como el del incienso. Lo mismo sucede con nosotros cuando sacrificamos nuestra vida en el Altar. El perfume que exhala nuestra vida, a saber, el buen perfume que pasamos a tener después del encuentro con Dios, Le agrada en sobremanera. “Y quemarás todo el carnero sobre el altar; es holocausto de olor grato para el Señor, es ofrenda quemada al Señor”, (Éxodo 29:18).
Cuando salimos de allí, encontramos la pila. En ella, después de tener un verdadero encuentro con Dios, el primer deseo que surge es el del bautismo en las aguas. A través de él, consolidamos nuestra muerte, para resurgir lavados de nuestros pecados y limpios de toda impureza. “Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva”, (Romanos 6:4).
Perciba la importancia de la organización del interior del Templo de Salomón. Todo fue pensado y construido con el propósito de salvación a través del Señor Jesús. En el patio, por ejemplo, (donde está el altar y la pila), no había cobertura. Lo que quiere decir que el cristiano que pasa por la puerta (Jesús), sacrifica sus deseos (en el Altar) y en seguida se bautiza (en la Pila), todavía permanece en el patio, expuesto a todos los tipos de variaciones de clima y temperatura. O sea, por estar desprotegido, puede, fácilmente, sufrir tormentas eléctricas, lluvias y vendavales de problemas. Algo que todo cristiano tiende a pasar naturalmente, apenas acepta a Jesús como su único Señor y Salvador.
Entonces, después de que el cristiano pase por esas tribulaciones, entra al Santo Lugar, que representa nuestra alma. En este momento, el nacido de Dios busca aproximarse más al Creador. Así, participa y come de los panes, que es la Palabra de Dios y la representación del propio Señor Jesús, y se sacia del Espíritu Santo, que está tipificado en la Menorah o Candelabro (Lea Zacarías 4:6). De esta forma, el cristiano puede considerarse apto para participar del Altar del Incienso, que no es nada más que la oración.
Eso no quiere decir que la persona que no posee el Espíritu Santo no pueda orar, pero significa que es en este momento de aproximación e intimidad con Dios, representado en el Santo Lugar, que las oraciones del cristiano se realizan con verdad, sinceridad y por el Espíritu Santo, por no estar más orando por sus deseos carnales, sino según la voluntad de Dios.
Note que existe una diferencia muy grande entre las oraciones realizadas en el patio y en el Santo Lugar. Mientras que en el primero oramos sin entender y de acuerdo a nuestra voluntad, en el segundo, oramos con temor, reverencia y deseando satisfacer los deseos del corazón del Padre.
Siendo así, finalmente, después de que el cristiano pasa por todo ese camino espiritual, llega el momento en el que entra al Santísimo Lugar o al Santo de los Santos (C). En este lugar, está solamente el Arca de la Alianza, representando la presencia de Dios. Lo que aprendemos con eso, entonces, es que con el sacrificio de Jesús, podemos acceder a Él, pero, si nosotros no sacrificamos nuestra vida a favor de la Suya, no lograremos llegar hasta el Santísimo Lugar y, tampoco, alcanzaremos la salvación eterna.
Por lo tanto, si anhelamos salvar nuestra alma, debemos observar el ejemplo del Señor Jesús, que fue sacrificar. Como podemos ver en el gráfico, el sacrificio está en la puerta, diciéndonos que solamente por este medio existe la posibilidad de llegar a Dios.
Vea también:
– Construcción del Segundo Templo
– Destrucción del Primer Templo
– El Templo de Salomón
– Tabernáculos, el Arca y el deseo de David de construir el Templo
– Reunión de Lanzamiento de la Piedra Fundamental
– Milagro del Templo
– Judíos y cristianos unidos en la construcción del Templo
– El Templo
– Noticia de la construcción repercute por el mundo
– Proyecto del Templo de la IURD
– Sudor, sangre y lágrimas
– Lanzamiento de la Piedra Fundamental – Fotos