La mujer del siglo XXI y el desafío de volverse independiente de sí misma

Faltaban diez minutos para las 14 horas, y el tránsito alrededor del Cenáculo del Espíritu Santo en el barrio de Brás, en San Pablo, no era normal para un día tranquilo de domingo. Mientras el embotellamiento se formaba en las inmediaciones de la iglesia debido a autos conducidos en su mayoría por mujeres, muchas de ellas, con semblantes ansiosos, bajaban rápidamente de los vehículos en dirección a la iglesia.
No era una reunión común, sino una conferencia dirigida a las mujeres, cuya recaudación será destinada a la construcción del Templo de Salomón, en San Pablo.
El tema del evento, realizado el último domingo 24 en Rio de Janeiro y transmitido por videoconferencia para todo el País, para un público de cerca de 120 mil mujeres, no fue casual: La Mujer V – moderna a la moda antigua.
No es difícil entender esa paradoja si miramos hacia el origen de todo, en el pasado, en la Creación, con Eva.
Eva fue la primera mujer del mundo. Fue el toque especial de Dios en Su Creación. Pero fue también aquella por donde el pecado entró. Por eso fue un regalo que se convirtió en una maldición, dijo la primera conferencista, la escritora Ester Bezerra.

Ester Bezerra e Cristiane Cardoso
La curiosidad, la ingenuidad, la desobediencia… todos esos sentimientos y actos fueron cruciales para la raza humana. Por la mujer entraron el error, la culpa… y durante siglos esa culpa ha estado tatuada en sus cuerpos.
Pero no fue ese el propósito de la Creación. Al contrario, mientras el mundo subyugaba a la mujer, la desvalorizaba, Jesús fue el primero que la valorizó, explicó la conductora del programa The Love School, Cristiane Cardoso.
¡Adultera! – gritaron los hombres que encontraron a una mujer en flagrante adulterio.
Y como si no bastase el peso de la culpa, la vergüenza del error fue lanzada a los pies de un Hombre que cuestionaba el juzgamiento humano.
– Ve y no peques más. – dijo Él.
– Porque en aquella época la mujer no tenía ningún valor. Pero Jesús vino para rescatar a la mujer, a su valor – explicó Cristiane –, colocándola en el mismo grado de importancia que el hombre.

Cristiane Cardoso
Y si es así, ¿por qué en pleno siglo XXI aún hay mujeres que no creen en el valor propio?
Mientras Cristiane habla, el auditorio presta atención. No se oye ni un ruido. ¿Por qué tanto silencio? ¿Qué heridas estaban siendo tocadas en aquel momento?
El problema es la falta de fe en sí misma, pero no solo eso. Falta creer que el valor propio viene de adentro y no de las circunstancias de alrededor. Y es eso lo que sucede con muchas mujeres. Ellas se juzgan y forman su propia opinión basadas en lo que dicen o piensan de ellas. Y si no estudió, no es exitosa, o no tiene el patrón de belleza que la sociedad establece, se siente inferior.
– El Espíritu Santo vive dentro de nosotras. Si yo no tengo valor, ¿por qué Él vive dentro de mí? – reflexiona Cristiane.
No es por casualidad que la autora del libro La Mujer V habla sobre la inferioridad. Durante muchos años, aún después de haberse encontrado espiritualmente, Cristiane todavía convivía con sus complejos. Sentía una vergüenza que solo ella veía. Y veía una incapacidad que solo ella sentía. ¿Incoherente? Sí, como lo son los complejos creados por quien se siente inferior.

Cristiane, aun estando casada con un pastor y teniendo la responsabilidad de cuidar vidas y almas, no lograba encontrar la gracia propia. Y si no tenía coraje de hablar con las personas, ¿cómo ayudarlas? – pasó a preguntarse.
– No se trata de ser humilde o simple, sino de no tener conocimientos del valor propio. – enfatiza.
Es por eso que muchas no logran ni siquiera hacer amistades. Porque se subestiman delante de los demás.
Era lo que sucedía con Cristiane.
Hasta que llegó el día en que decidió cambiar. No fue fácil, así como no es fácil exponerse.
Hubo una oportunidad, y ella habló. Se ruborizó. Habló nuevamente. Tembló. Insistió. Ignoró la risa ajena. Venció.

Cristiane hoy combate esa misma timidez presente en innumerables mujeres que desconocen el valor que poseen. No un valor artificial, sino absoluto, verdadero. Aquel de la Creación, cuando Dios creó a la mujer para ser Su toque especial, un regalo inestimable.
– Pero no basta creer en sí misma solamente. – avisa Fátima Matos, la tercera conferencista. Cuando la autoconfianza está asociada a la fe en Dios, su valor excede al de las finas joyas. – afirma.

Fátima también tiene una historia de complejos. Aun siendo de una familia exitosa, no podía considerarse feliz. Y fue esa tristeza profunda la que la llevó a probar drogas. También tenía TOC, una enfermedad llamada trastorno obsesivo-compulsivo, causada por el exceso de ansiedad y nerviosismo.

Pero ella también cambió. Fue cuando se llenó de un Espíritu libertador, que se dio cuenta de su libertad e independencia.
– Porque el valor de la mujer es independiente de la aprobación ajena, de lo que los demás hablan, piensan o estipulan. –destaca.
Y si delante de la sociedad autoritaria, la mujer debe seguir un patrón, una belleza, una capacidad; para Dios, la comunión con Él es lo que la hace independiente, capaz y libre.

Pero en un mundo donde muchas mujeres incluso llegan a morir por preocuparse demasiado por el patrón estético, ¿cómo hacerles comprender que no es la nariz de muñeca, el cuerpo escultural o el cabello perfecto lo que las hará felices?
– Cuando reconocen que deben creer en sí mismas y no en el valor que poseen. – explica Núbia Siqueira, la cuarta conferencista.

– Y cuando se dan cuenta de eso, son inamovibles – completa Cristiane. Sí, como rocas pues saben que son lo que piensan sobre sí mismas.
Núbia también tuvo innumerables motivos para sentirse un patito feo durante algún tiempo. Hija de padres que vivían en armonía, necesitó dejar la infancia de lado para dedicarse a los quehaceres domésticos y cuidar de los hermanos mientras la madre trabajaba, después de que el padre abandonó a la familia para vivir con otra mujer.
– Después de un tiempo él volvió, pero no fue lo mismo. – explica. El caos en la familia fue instalado con el vicio del padre con el alcohol. Y se pueden imaginar las peleas, la destrucción y los abusos en el hogar. Y los complejos, claro, encontraron el abrigo perfecto para instalarse en el interior de Núbia.

Pero ella también dio vuelta la página cuando se encontró. Y no se encontró solo consigo misma. Sino que, amó, a primera vista, a su Libertador. Fue Él quien le mostró un mundo de posibilidades fuera del mundo acomplejado de Núbia. Fue Él, Aquel mismo que valorizó a la mujer en el pasado, que la valorizó cuando ella pensaba que no era nadie. Núbia realmente no podía dejar de amarlo. Porque miró más allá de la cajita donde se encontraba y vio que ella era mucho mayor de lo que pensaba o conocía sobre sí misma.

– La cuestión es rescatar la autoestima, despertar el coraje adormecido. – enfatiza. Sin embargo, ¿cómo lograr esa proeza si la preocupación de la mujer parece estar en lo que los demás dicen de ella? ¿Cómo vencer la propia timidez y salvarse de sí misma?
La ayuda para el auto-rescate vino de la oración. Muchas mujeres que se identificaron con la conferencia fueron hasta el altar de sus iglesias para buscar esa “salvación”.
Porque si la mujer del siglo XXI, libre e independiente financieramente continúa presa y esposada dentro de sí misma, entonces no está libre de verdad. Si venció el preconcepto y la humillación del principio y la desvalorización profesional del período de la Revolución Industrial, ¿por qué aun así parece continuar desvalorizada, subyugada y disminuida?

¿Por qué esa mujer del siglo XXI, jefa de familia, líder de empresas y sectores de la sociedad y autosuficiente en algunos aspectos de la vida, permanece culpándose de los propios errores, lamentando una supuesta inferioridad, esquivándose del derecho de adquirir lo mejor – inclusive sentimentalmente?
Son preguntas difíciles de responder, es verdad. Pero la mujer que aún se siente acomplejada hoy puede encontrar la respuesta en otra pregunta hecha por Cristiane Cardoso:
– Si no tenemos valor, ¿por qué el Espíritu Santo vive dentro de nosotras?
Es cuestión de pensar. Analizar. Y decidir cambiar. Usted vio los ejemplos positivos de transformación interior en el texto anterior.


Fotos: Demétrio Koch/Pauty Araújo y cedidas
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