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La conversión del bolsillo

Dice la tradición que Martín Lutero – el hombre que fundó el Protestantismo -, resaltó que la persona tiene que atravesar por tres conversiones: la conversión del corazón, la conversión de la mente y la conversión del bolsillo. Concuerdo con él, pero resumiría todo eso diciendo que solo una conversión es la verdadera: la del bolsillo. Déjeme explicarle.

En realidad saco esta conclusión de las palabras del propio Dios. Cuando el Señor llamó al pueblo de Israel, a través del profeta Malaquías, para que se convirtieran a Él, el objetivo de Dios fue su bolsillo.

“Volveos a Mí y Yo Me volveré a vosotros”, dijo Dios. Y el pueblo preguntó: “¿Cómo nos volveremos hacia el Señor?”

Dios no dijo: “Arrepiéntanse” o “Abandonen sus pecados”, o “Trátense bien los unos a los otros”.

Lo que dijo fue: “Paren de robarme. Traigan los diezmos y las ofrendas a Mi casa y la situación de ustedes comenzará a cambiar para mejor.” Claro que aquí estoy parafraseando.

La única y verdadera conversión es la del bolsillo, porque es allí donde el egoísmo y el materialismo humano son vencidos.

El dinero es el dios de este mundo. Cuando Jesús dijo que es imposible servir a dos señores – el otro señor mencionado por Él fue el dinero. De tantos otros dioses en este mundo, ¡Él mencionó solo al dinero!

Cuando su conversión llega a su bolsillo, usted está convertido de verdad, porque el dinero reúne en sí a la razón y a la emoción. O sea, usted rindió a las dos ante Dios. La razón, la lógica de la matemática, dice que cuanto más dinero usted junte, más tendrá. La emoción dice que cuanto más dinero tenga, más seguro se sentirá, y más de las cosas buenas de este mundo podrá comprar.

Dar su dinero a Dios a través de sus diezmos y ofrendas contradice a la lógica y a los sentimientos. O sea, es necesario algo superior a eso para creer que incluso dando lo que usted tiene, acabará teniendo todavía más. Aumentarán su cuenta y sus sentimientos sobre usted mismo, dando como resultado una vida mejor, y también prosperará. Este “algo superior” es la fe en Dios, que supera la razón y los sentimientos. Por eso la conversión del bolsillo es la verdadera conversión.

Cuando el bolsillo de alguien llega a convertirse, es porque la persona finalmente decidió quién es su dios y dónde está su tesoro.

Y la rabia de algunos al leer esto solo confirma mi argumento.

Ps: Alguien dirá: “Pero es posible dar diezmos y ofrendas sin ser convertido. Mucha gente hace eso.” Obviamente sin la conversión de la mente y del corazón, ofrendas y diezmos dados no son verdaderas ofrendas y diezmos. Son apenas dinero. Dios nunca los aceptó, como dijo Jesús en Mateo 5:23,24. Las verdaderas ofrendas y diezmos son expresiones de un corazón y mente rendidos a Dios. Hay quien de dinero a la iglesia, y hay quien de ofrendas y diezmos a Dios.