El Señor Jesús era conocido en Su época como amigo y compañero de ladrones.

Se hospedó en la casa de Zaqueo, el publicano cobrador de impuestos, no condenó y perdonó a Magdalena, la prostituta; respondía el llamado de los marginales de ese tiempo – cojos, ciegos, mendigos, leprosos, en fin. Personas discriminadas por la sociedad y que no eran aceptadas por la religión.

Hoy nada cambió en relación a eso. En muchos lugares, inclusive religiones y hasta iglesias, “personas de ese tipo” también son ignoradas. Y las excusas generalmente son que “dan mucho trabajo”, “estorban en la reunión”, “llevan tiempo”.

Pero, ¿no fue justamente para esas personas que Jesús vino y nos dio el ejemplo que como cristianos debemos seguir?

“Aconteció que estando Jesús a la mesa en casa de él, muchos publicanos y pecadores; estaban también a la mesa juntamente con Jesús y Sus discípulos; porque había muchos que Le habían seguido. Y los escribas y los fariseos, viéndole comer con los publicanos y con los pecadores, dijeron a los discípulos: ¿Qué es esto, que Él come y bebe con los publicanos y pecadores? Al oír esto Jesús, les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No He venido a llamar a justos, sino a pecadores”. Marcos 2:15-17

Recuerdo que crecí oyendo que en la Universal “solo había ladrones y prostitutas”, que el obispo Macedo era el jefe de ellos, y que por eso era una iglesia de personas ignorantes – vulgo “ese pueblito”.

¡Qué bueno! Eso es señal de que ella hace lo que el Señor Jesús hizo y continuaría haciendo si estuviese en nuestro medio, humanamente hablando, ya que en espíritu Él usa a Sus siervos para tal misión.

No es en vano que la Universal está presente en tantos lugares considerados despreciables…

Cárceles, esquinas, instituciones de rehabilitación de menores, calles…Buscando ser amiga (porque llevar palabras de incentivo y decir la verdad es la mejor prueba de amistad que podemos darle a alguien) de detenidos, prostitutas, menores infractores, mendigos y tantos otros grupos de personas que viven al margen de la sociedad y son despreciados por ella: víctimas de violencia doméstica, adolescentes embarazadas y desamparadas, adictos…

La “amiga de ladrones” hace 36 años viene generando concientización de que hacer la Obra de Dios es mucho más difícil de lo que se imagina para quien desea hacer lo que le agrada pero es simple y gratificante para quien ve en el otro el reflejo de sí mismo.