Katana
Hola obispo. Usted no sabe cuán felices nos ponemos al pasar algunos momentos bendecidos en su presencia y la de la Sra. Ester. Muchas gracias.
En cuanto a la KATANA, espada de los Samuráis, ella representa la honra y fuerza de los guerreros japoneses. Las espadas de los Samuráis son personales, hechas a mano en un proceso artesanal.
El forjado se hace de la siguiente manera:
Primero, el Herrero elije un buen pedazo de acero.
Lo corta del tamaño ideal para la hoja de la espada y lo tira en el fuego hasta que se pone rojo. Con el acero moldeado por el calor, el Herrero comienza a dilatarlo con mazazos vigorosos para darle la forma deseada. Aún caliente, el acero es lanzado en agua fría, recibiendo un choque térmico. El proceso del Fuego, Mazazos y Agua fría se repite hasta que se alcanza la forma deseada y pueda ser pulida y afilada. La explicación para los tres procesos es la siguiente:
Fuego – amolda al acero, dándole flexibilidad.
Maza – molea el acero, de la forma en la que desea el Herrero.
Agua fría – prueba el acero. O sea, la función del agua es probar la resistencia del acero. Si es débil, cuando hay un choque térmico, se parte. Cuando se parte, indica que el acero es de pésima calidad y sólo sirve para hierro viejo. Pero, si el acero es bueno, soporta fuego, golpes y agua fría, convirtiéndose finalmente en una genuina arma de guerra.
De esto proviene una buena KATANA.
Nosotros, cristianos, también somos forjados igualmente a una Katana. Si somos buenos, soportamos las luchas, las adversidades y nos hacemos más fuertes. Si somos malos, “nos quebramos” y no servimos para la obra de Dios.
Un abrazo cordial.
Obispo Natal Furucho
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