¡Justicia sea hecha!

“Entonces veréis otra vez la diferencia entre el justo y el perverso, entre el que sirve a Dios y el que no Lo sirve.” Malaquías 3:18
Cuando el Eterno promete mostrar otra vez la diferencia, queda claro que lo que Él hizo en la vida de los siervos del pasado, también lo hará en la vida de los siervos del presente.
Es más: Él tiene todo el interés en hacer eso para que el mundo vea la diferencia entre los que Lo sirven y los que no Lo sirven.
Él hizo esa diferencia en la vida de Noé, Job, Abraham, Isaac, Israel, Moisés, Josué y todos los demás que tenían temor de Él y andaban en Su justicia.
Y hablando de justicia, observe que Él promete mostrar la diferencia entre el justo y el perverso. ¿Por qué no entre el justo y el injusto?
La razón es porque el injusto es perverso.
Es perverso porque no considera el precio del rescate pagado por el Señor;
Es perverso porque rechaza Su ofrenda de salvación;
Es perverso porque no da la más mínima importancia a lo que Él hizo para rescatarlo;
Es perverso porque se cree señor de sí mismo;
Es perverso porque ignora todos los sacrificios que Jesús hizo por él.
Sí, tiene que haber una diferencia extraordinaria, brutal y evidente para no dejar ninguna duda entre los que son y los que no son de Dios.
Jesús repitió esta promesa cuando dijo: “El que cree en Mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.” Juan 7:38
No consigo imaginarme creer en el Señor Jesús, de acuerdo con la Sagrada Biblia, y aún así tener una calidad de vida semejante o peor que los que no creen. Eso no sería justo de parte de Dios. ¿O lo sería?
¿Usted ya pensó en esto?
Usted ha confesado creer en Jesús y al mismo tiempo su vida ha sido un pedacito del infierno en su casa, en el trabajo, en la escuela, en la calle, en fin, usted no tiene sosiego, paz, alegría…
Alegría solo cuando su equipo gana y, aún así, es una alegría momentánea.
Nada más, solo administrando problemas, constantes dolores de cabeza, insomnio, nerviosismo, depresión, tristezas, deseo de suicidio, mareos, vida familiar desastrosa, hijos rebeldes, desunión familiar y por ahí sigue…
Aún así, usted insiste en decir que cree en Jesús…
¿Qué está mal? ¿Su creencia en Jesús no es verdadera o las promesas de Dios no son verdaderas?
Bueno, desde el punto de vista de la fe viva y verdadera, quien cree en Jesús tiene que tener una calidad de vida diferenciada de la vida de los que no creen. No es posible creer en Él de acuerdo con Su Palabra y que no haya una diferencia.
¿Es así o no?
Por eso, el día 23/9/12 – domingo – en todas las Iglesias Universal del Reino de Dios, estaremos en un solo Espíritu, en una sola fe, en un solo corazón delante del Trono del Altísimo requiriendo una vida diferente de todos los demás.
Quien cree, venga conmigo.
Quien no cree, paciencia…
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