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Judío salvo a último momento

Señor obispo,

Estamos viviendo días maravillosos en los que el Creador nos ha dado la oportunidad de manifestar la fe de la salvación de un familiar por medio de un voto con Él.

Mi esposa tiene una experiencia muy fuerte con relación a este propósito. Ella fue criada según las normas y los rituales del judaísmo. Guardaba el “shabat” (sábado), hacía anualmente el “yom kipur” (día de ayuno) y otros rituales judaicos, y llegó a vivir con algunos parientes más dedicados a la religión judaica, que le enseñaron el hebreo y las prácticas religiosas, pues sus familiares, por parte del padre, son judíos practicantes. Algunos, inclusive, viven en Israel.

Pero, todo eso no llenaba el vacío que había en su interior. Llegó a tener depresión y a consumir drogas en su adolescencia.

Fue cuando la conocí, pues yo también vivía en un mundo perdido, en las drogas. En un show de rock nos encontramos y a partir de entonces comenzamos a estar de novios.

El padre de mi esposa, un empresario exitoso en el ramo de la alimentación, estaba dominado por el alcoholismo y el tabaquismo. Tomaba litros de alcohol y fumaba dos atados de cigarrillos por día, además de manifestar con entidades dentro de su casa.

La madre de ella, no soportando esa situación, fue hasta la Iglesia Universal del Reino de Dios en Goiânia, y allí comenzó a luchar por su familia. Sola, hacía votos, sacrificios, hasta que logró llevarnos a la iglesia y liberar mi alma y el alma de su hija, que hoy es mi esposa. Con perseverancia, logró también liberar el alma de sus tres hijos, que hasta hoy están en la presencia de Dios.

Decidimos casarnos, pero fue el día más difícil para el padre de ella, pues se rehusaba a entrar a la IURD. Su familia religiosa quedó ofendida, pues un judío solo se puede casar con otro judío, según las normas del judaísmo. Mi esposa fue llamada oveja negra, impura, vergüenza, pues estaba casándose con un cristiano.

Pero, aún contra su voluntad, el casamiento fue realizado, y él terminó estando de acuerdo.

Sin embargo, lo fuerte es que el padre de mi esposa, el judío, se enfermó. Contrajo un cancro (cáncer) en el pulmón debido al consumo excesivo de cigarrillos.

Estando muy debilitado en un lecho de hospital, ya desahuciado por los médicos, mi esposa fue a visitarlo. Conversó con él y lo evangelizó, diciéndole que sería la última oportunidad de ser salvo, después le preguntó si aceptaría a JESUCRISTO como su único Señor y Salvador. En aquel lecho de dolor, ÉL ACEPTÓ.

Mi esposa derramó un poco de agua sobre su cabeza y lo bautizó allí mismo. Cuando estaba volviendo a casa, supo que el padre había fallecido. Aceptó a Jesús en los últimos momentos de vida, y creo que fue salvo.

Hoy estamos llevando a las personas el mensaje de la salvación, de ellas y de sus familias, pues la Palabra de Dios jamás falla: “Cuando alguien hiciese voto al respecto de personas, estas serán del Señor”. Levítico 27:2

Alexandre Nascimento y Suelena Abenathar Nascimento – Portugal