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Intercambio de Ofrendas

La agitación creada en torno de los Diezmos y las Ofrendas se da en razón de la ausencia de la fe en las Sagradas Escrituras. ¿Qué ateo o pagano es capaz de reconocer a Jesucristo como Señor?

Por lo tanto, antes de continuar esta lectura, es preciso que el lector evalúe su fe para no correr el riesgo de perder el tiempo.

Los Diezmos y las Ofrendas son eminentemente cuestión de fe.
Fe en que el Dios de Abraham, de Isaac y de Israel hará exactamente lo que prometió que haría. Solo a partir de allí es posible establecer referencias que justifiquen los Diezmos y las Ofrendas.

La figura de la Ofrenda no existía antes del pecado. Hasta entonces, la puerta de acceso de la criatura al Creador estaba abierta permanentemente. Tampoco existía la figura del intermediario entre la criatura y el Creador.

No había muerte, es decir, el fin de la criatura, pues esta no había sido creada para vivir un determinado tiempo, sino por toda la eternidad.

Hoy, los científicos están investigando a fondo el “elixir de la vida mucho más allá de un siglo”. Quiere decir, si ellos buscan la “eternidad humana” es porque creen en su posibilidad. De hecho, ellos no aceptan ni logran entender la razón del envejecimiento de las células. No existe explicación del por qué ellas envejecen y culminan en la muerte.

La realidad es que la criatura no fue hecha para vivir un período limitado. Dios no creo el fin, la muerte. El ser humano fue creado para vivir la eternidad aquí en la Tierra.

Pero, cuando la criatura quebró su relación con el Creador, la Puerta de Su Trono se cerró, el hombre perdió contacto con Él y la muerte o el fin de su existencia terrena dio comienzo.

Para abrir la Puerta del Trono y restablecer el derecho a la vida eterna el Señor instituyó la Ofrenda.

¿Cómo?

Con el surgimiento del pecado, la injusticia se instauró en la faz de la Tierra. Y el derecho a la vida eterna exigía el restablecimiento de la justicia. Entonces, tendría que eliminarse la injusticia (pecado) a través de su muerte, su fin…

Un animal perfecto (sin pecado) debería ser sacrificado en lugar de la criatura para dar fin a su pecado (injusticia).

Ese animal era la Ofrenda presentada en lugar del pecador. El animal tipificaba a Jesucristo, el Hijo del Creador. La Ley Divina reza: “… sin derramamiento de sangre no hay remisión (perdón).” Hebreos 9:22

La Ofrenda es Jesús.

Cuando la criatura humana da su vida al Creador, Este, a cambio, le da la Vida de Su Hijo a la criatura. Solo a partir de entonces, la criatura recibe el don de la Vida Eterna. Eso es inmediato para que haya diferencia entre el que sirve y el que no sirve al Creador.

Intercambio de Ofrendas.
Quiere decir: Toma y daca…