Me acordé de un documento sobre el naufragio del Titanic, en el cual los exploradores tuvieron que enviar máquinas manejadas por control remoto al fondo del mar, pues, debido a la presión, ningún hombre hubiera podido sumergirse tan profundamente. Hasta las placas de los submarinos se rompieron.

Curiosamente, la cámara que estaba instalada en esas máquinas no mostraba solamente imágenes de los destrozos del Titanic – podíamos ver peces pequeños nadando por allí.

¿Cómo entender eso? Esos peces parecían tan pequeños y frágiles, como si pudiéramos rasgarlos con nuestras manos, y estaban nadando en aquella profundidad sin ninguna señal de «presión» u ojos saltones.

La respuesta es simple: la presión de adentro de esos peces es mayor que la presión del lado de afuera, en el fondo del mar.

Ahora, intente entender la razón por la cual las puertas de la Universal nunca se cerraron cuando enfrentó persecuciones, difamaciones y recibió el odio de los hermanos de Caín; al contrario, la Iglesia se expandió y creció en todo el mundo.

Intente entender esto:

– ¿Por qué la furia de los que odian a la Iglesia se vuelve ineficaz?

– ¿Por qué todos los ataques contra el obispo Macedo y otros obispos, pastores, auxiliares y miembros de la Universal no funcionan?

– ¿Por qué aún vemos «siervos» que dejan el Altar, la Iglesia e incluso a Dios?
Vinieron a la Iglesia, fueron curados, se volvieron exitosos económicamente, pero la presión interior era menor que las atracciones del mundo.

La presión que está dentro de nosotros es más fuerte que toda la oposición, pues la Universal fue generada por el Espíritu Santo. ¡De Él viene esta fuerza al punto de que enfrentemos y venzamos al propio infierno!

Una vez que nacemos de Dios y recibimos el Espíritu Santo, la presión dentro de nosotros se vuelve mayor que la presión de los pecados, vicios, pornografía, prostitución, odio, envidia, etc.

Su fuerza interior se vuelve mayor que la presión del mundo. ¡Con esa presión, usted se convertirá en el verdadero testimonio de Jesús hasta los confines de la Tierra!

¡Que Dios los bendiga!