thumb do blog Blog Obispo Macedo
thumb do blog Blog Obispo Macedo

Hoja de papel, fidelidad y fe

¡Buen día, obispo!

A través de este email vengo a agradecer a Dios por Su misericordia para conmigo, la cual, por Su gracia, me retiró de las tinieblas y me hizo, a través de mi esposo, conocer la Universal.

Cuando llegué, además de tener una vida destruida en todas las áreas, especialmente en la económica, vivía en el fracaso.

Sin embargo, hace 4 años, estando yo en la Avenida João Dias, en San Pablo, el Cenáculo al cual frecuento, usted les pasó a los obispos y pastores un propósito simple y poderoso.

Era una hoja de papel en la que su mano estaba dibujada y en ella estaría la misma unción que el Dios Altísimo le dio a usted.
Quien usase esa unción, representada por el dibujo exacto de su mano, tendría el mismo poder que Dios le dio.

En ese momento, mi esposo y yo vivíamos de favor con mi madre. Estaba embarazada de 5 meses y de gemelas, y mi esposo acababa de conseguir un empleo. Estaba todavía en el período de prueba. Yo necesitaba un milagro.

Siendo así, creí en el propósito que el Señor nos había enviado a João Dias. Tomé la hoja y la guardé conmigo.

A mi suegro le habían entregado en permuta un terreno de categoría en el lugar donde vivíamos, y Dios me dio una idea que en la misma semana ejecuté. La idea era pedirle el terreno prestado a mi suegro, hacer una sociedad con un constructor, levantar una casa, quedarnos con la ganancia del terreno y devolver el valor del terreno corregido a mi suegro (a la venta de la casa). Resumiendo… Nosotros, yo y mi esposo, entraríamos con el terreno y el constructor con la construcción.

Fuimos, entonces, al terreno. Cavamos un pozo en su centro. Era de noche. Colocamos “su mano” allí, tiramos aceite ungido encima y determinamos el plan.

Desde aquel momento el terreno se transformó en nuestra propiedad registrada en el cielo.

Hicimos como planeamos. Prestamos el terreno de mi suegro, logramos, con la orientación de Dios, el inversor/constructor y todo sucedió.

En mayo vendimos la casa y, sin trabajar ni un solo día, recibimos 400mil reales, más el terreno de mi suegro que se cotizó en alrededor de 200mil reales más.

Ciertamente Dios honró a aquel pedazo de papel, ¡honró mi fe y la suya, obispo!

La décima parte la estoy devolviendo a Dios en cada parcela de la venta (5x), y con toda la gratitud y amor del mundo, pues no puse el trabajo de mis manos, solo el de mi mente, y estoy cosechando esa gran cantidad, sacudida y rebosante, pues NO PUSE NADA DE DINERO. ¡¡¡¡Di 0 y recibí 400mil!!!!

Gracias obispo, señora Ester y familia, pues soy una miembro agradecida por la ayuda de la madre Universal, por haberme enseñado los caminos del Señor y haber logrado todas las victorias imaginables, ¡inclusive esa!

Liliana Schavacini Rosenfeld