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Hijos Vs. Bastardos

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Una de las señales más características de los hijos de Dios es la disciplina. A partir de su inclusión en la Vid verdadera, en la Iglesia o en medio del Cuerpo del Señor, ellos pasan a funcionar en perfecta armonía con los demás miembros y sobre todo con la Cabeza. Se trata del Reino de Dios.

La persona que dice ser cristiana pero no presenta disciplina como los demás cristianos, en realidad es bastarda y no hija. Nada tiene que ver con el Señor. Es necesario tener mucho cuidado con esos intrusos que se introducen en medio de los puros para corromperlos. Son como la cizaña en medio del trigo.

Es bueno recordar que, a largo de la historia, la cizaña estuvo siempre presente en medio del trigo, es táctica de Satanás infiltrar gente de él en medio de los cristianos.

Balaam enseñó a Balac como corromper la fe de los soldados de Israel. Envió a sus jóvenes para que durmieran con ellos y comieran de sus sacrificios, trayendo así la maldición sobre Israel. El diablo continúa usando la misma táctica. El ha enviado a “sus jóvenes bonitas” para desviar la fe de los hijos de Dios.

Para identificar tales “enviados” basta ver su manera de actuar que es diferente a los disciplinados. Ellos odian la corrección y tiene la costumbre de reclamar de las “injusticias” cometidas por las autoridades espirituales.

En cambio, si es hijo, considera las correcciones como el aceite de justicia. (Salmo 141:5)

Para no ser víctima de los bastardos, los hijos deben huir de cualquier comunión con ellos, pues son extranjeros en el Cuerpo de Cristo.