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Hijo Pródigo

Ni dinero, ni auto, ni casa, ni posición social, ni fama, nada de eso es más importante que la vida. Podemos decir que la vida es el mayor bien que el ser humano tiene.

En la historia de muchas personas que Le entregaron su vida al Señor Jesús, hemos visto que han seguido el ejemplo inmaduro e inconsecuente del hijo pródigo, que decidió pedirle sus bienes al padre:

“…Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde; y les repartió los bienes.” Lucas 15:12

Hoy, a causa de muchos atractivos, entre ellos los problemas sentimentales, que han sido una de las estrategias más eficaces del diablo, principalmente la soledad y la carencia afectiva, muchas personas se han vuelto hacia el altar y han dicho: “Padre, quiero de vuelta mi vida que un día Te entregué, pues voy a gastarla con el mundo de allá afuera”.

Como con el hijo pródigo, al principio todo parece ser libertad, felicidad, trasnoches, sexo, drogas, bebidas, hasta que:

“Cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia, y comenzó a faltarle.” Lucas 15:14

Después de consumir toda la vida, el apartado se da cuenta del hambre que su alma está sintiendo, pues nada de lo que fue consumido sirvió para saciarlo. Entonces se inicia la caída libre hacia el fondo del pozo, hacia el chiquero.

“Y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba.” Lucas 15:16

Usted que un día decidió seguir el ejemplo del hijo pródigo, y hoy se encuentra apartado de la presencia del Padre, en la misma situación crítica, después de probar los placeres transitorios de lo colorido de este mundo, también debe seguir el ejemplo de él cuando usó la razón y pensó:

“Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros.” Lucas 15:17-19

La muerte física es la separación del cuerpo y del alma, este acontecimiento se extiende a toda la humanidad. Pero la muerte espiritual ocurre con aquellos que partieron de este mundo y no se volvieron para el Señor Jesús, inclusive los que un día conocieron la fe.

Para usted que se encuentra apartado de la presencia del Padre, que el Espíritu Santo hable más que nuestras palabras. Él espera su regreso con ansiedad, pues si Él “no quiere la muerte del impío”, imagínese la muerte de aquellos que un día Lo llamaron Padre.

Él nunca desistió de usted. Él insiste con usted. Tome una actitud ahora y vuelva, antes de que sea demasiado tarde y pruebe la eternidad estando definitivamente apartado del Dios-Padre, del Dios-Hijo y del Dios-Espíritu Santo.

Que Dios los bendiga.

Obispo Sergio Correia