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Gran Momento

¡Hola, obispo Macedo!

Leí este mensaje y no podía dejar de idear mi comentario al respecto, porque el Espíritu Santo también me hizo ver algo tremendo.

Hasta llegué a comentar con mi esposa Sara que, cuando el obispo Macedo inició la transmisión en vivo desde el Monte Hermón, fue constituida una escena que tipificó lo que, durante todos esos días del Ayuno de Daniel, vivimos a través de las enseñanzas de la Palabra de Dios.

“Y entre tanto que oraba, la apariencia de Su rostro se hizo otra, y Su vestido blanco y resplandeciente.” Lucas 9:29

O sea, el obispo Macedo, como el siervo escogido del Señor Jesucristo, estaba allí aquel día especial, para ser el instrumento de la mayor bendición para la cual todos nosotros, (pueblo de la Universal en todo el planeta) nos habíamos preparado y por la que esperábamos ardientemente: el derramamiento del Espíritu Santo.

Al hacer el desafío de que, siendo un verdadero y sincero hombre de Dios, al levantar las manos, el Espíritu Santo descendería sobre los “sedientos y hambrientos de conocer la Verdad” y sucederían maravillas entre el pueblo de la Universal, el obispo tuvo una confirmación semejante a la que el Señor Jesús tuvo del Dios Padre: “Este es Mi Hijo, en el que encuentro placer, a Él oíd.” Lucas 9:35

Todavía como parte de la Gran Maravilla, las reflexiones del obispo Macedo acerca de la Palabra de Dios con los obispos Clodomir Santos y Renato Cardoso recordaron el momento en el que el Señor Jesús se encontró con los dos testigos en gloria: “He aquí que dos varones hablaban con Él: Moisés y Elías…” Lucas 9:30

Y la celebración del gran Momento fue cuando se reunieron los siete (número de la perfección de Dios) en el Monte Hermón. Se reunieron los seis hombres de Dios – obispos Edir Macedo, Clodomir Santos, Renato Cardoso, Julio Freitas, Romualdo Panceiro y Marcelo Pires (representando a los de la fe en todos los continentes) – y la señora Ester Bezerra (de manera especial, representando a todas las mujeres), cumpliéndose la Gran Revelación de este Ayuno de Daniel:

¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía! Es como el buen óleo sobre la cabeza, el cual desciende sobre la barba, la barba de Aarón, y baja hasta el borde de sus vestiduras. Como el rocío de Hermón, que desciende sobre los montes de Sion. Porque allí envía el Señor bendición y vida para siempre.” Salmo 133

¡Nuestro Dios es tremendo!¡El Señor Jesús es maravilloso! ¡El Espíritu Santo es glorioso!

¡AH QUÉ DÍA, MI SEÑOR! ¡ENCONTRÉ MI GRAN AMOR!

André Oliveira

São Mateus – ES