La fe y la religión no combinan.
No combinan cuando se trata de la fe sobrenatural.
Como los cielos son más altos que la Tierra, así es la fe sobrenatural en relación a la religión.
Pero si nos referimos a la fe natural, entonces la fe anda de manos tomadas con la religión.

Cuando el ateo ignora la fe, en realidad, inconscientemente habla de la fe sobrenatural.
En ese caso, tiene toda la razón.
Pero tratándose de la fe natural, todos tienen. Inclusive el más escéptico.
Es imposible vivir sin ella, ya viene de nacimiento.

¿Quién trabaja sin la certeza de recibir su salario?
¿Quién siembra sin la certeza de cosechar sus frutos?
¿Quién estudia sin la certeza de un futuro mejor?

Esa certeza es la fe natural, inherente a la naturaleza humana.

Las religiones se han aprovechado de la fe natural como un buen negocio.
Esa es la razón de millares de religiones, millones de dioses y miles de millones de religiosos.
Y lo peor, nadie se entiende.
Si fueran de Dios, no separarían las personas y no promoverían el preconcepto.

Al contrario de la fe natural, que viene de nacimiento, la fe sobrenatural viene de lo Alto.
Es don de Dios a los humildes de espíritu.
Está infinitamente por sobre la natural.
Es el único canal directo con Dios, sin intermediarios.

Como Escuela de la Fe, la IURD ha enseñado ese tipo de fe…
Que estrecha la relación de la criatura con el Creador, sin intermediarios;
Que materializa los sueños de quien la posee;
Que transforma el ser cruel, nocivo a la sociedad, en una criatura de bien;
Que restaura las heridas físicas y espirituales de los que creen;
Que “da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas.” Isaías 40:29
Que promueve calidad de vida diferenciada de los que no creen.

La fe sobrenatural libra al ser humano de las imposiciones religiosas, de sofismas y de todo lo demás que enyesa la capacidad de razonar para hacer la mejor elección.
Libra de los engaños del corazón, de los sentimientos fútiles y vanos, que han esclavizado la mente humana.

En fin, la fe sobrenatural trae de vuelta la imagen y semejanza del Altísimo, ya que a través de ella el Espíritu de la Creación opera.

“Entonces os volveréis, y discerniréis la diferencia entre el justo y el malo, entre el que sirve a Dios y el que no Le sirve.” Malaquías 3:18