Fe e Imaginación
Quien cree, sueña, imagina y proyecta su destino. Claro, estamos hablando sobre la creencia viva en el Dios Vivo. Ella impulsa al fiel a grandes realizaciones a través de las Promesas Divinas. Dios no es hombre para prometer y no cumplir. Antes, Su Palabra refleja Su carácter. Por lo tanto, no puede mentir.
Creer en Aquel que, al igual que en el pasado, hoy trae a la existencia las cosas que no existen es, como mínimo, una cuestión de inteligencia.
Los incrédulos imaginan cosas vanas. Creen en el destino trazado, en el horóscopo, en la suerte, bolas de cristal y cosas de ese tipo. Ya el socio del Altísimo profetiza lo que desea que suceda, sueña con lo que quiere realizar y tiene visión de lo invisible. Piensa en grande porque Su Aliado es Grande. No existen límites para quien está poseído por el Espíritu de Dios.
De hecho, Dios desea realizar cosas asombrosas en este mundo. Pero necesita de aliados. Personas con una fe bien definida, determinadas y dispuestas a todo o nada. De ahí la imperiosa necesidad de asumir con Él una alianza comprometida con la obediencia incondicional. Es claro, eso requiere sacrificios personales. Pero, ¿qué matrimonio sobrevive sin sacrificios diarios de las partes involucradas? Con Dios no es diferente. Pero, el costo-beneficio es eterno a partir del momento de la sociedad.
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