Muchos incrédulos piensan que la fe es para los débiles de este mundo; aquellos que necesitan creer en alguien o en algo para  lograr alguna cosa. Piensan que son autosuficientes en cuanto a la vida eterna, no les gusta ni hablar del tema.

Es mucho más fácil para un hombre vivir de acuerdo con sus deseos humanos que practicar su fe en Dios.
Ahora, ¿quién es débil entonces? Sólo una persona determinada es la que logra practicar su fe.

Pero, finalmente, ¿qué es la fe? Una cosa es cierta, la fe no es una religión. Cualquiera puede llamarse religioso, no necesita fe para eso.

La fe es, en verdad, la práctica de la Palabra de Dios. Cuando usted perdona, mismo lleno de razones para estar resentido; cuando usted dice la verdad, aunque eso lo perjudique; cuando usted deja de hacer la voluntad de su carne para hacer la voluntad de su espíritu; o sea, cuando usted obedece la Voz de Dios.

Cuando invertimos en la fe, invertimos en la vida. Es como sembrar en una tierra buena. Con toda seguridad, en su debido tiempo, los frutos serán cosechados.
Pero, no es porque usted tiene fe que va a recibirla. Así como no es porque usted tiene una buena tierra que va a cosechar buenos frutos – ¡usted tiene que sembrar buenas semillas!

Ejercitar la fe no significa necesariamente ser religioso o asiduo a la iglesia, y sí obediencia incondicional a las enseñanzas de Jesús, de acuerdo la Sagrada Biblia.

¡Dios bendiga a todos!