¡Buenas tardes!

Obispo, vengo a compartir con usted lo que sucedió con Paulo. Él venía a la iglesia, pero se alejó durante cinco años, pues cuando su madre falleció, una obrera le dijo que ella debería haber muerto hacía años. Quedó resentido hacia la obrera, y terminó apartándose de la iglesia. Durante ese tiempo, se involucró con una mujer que tenía Sida, sin saberlo él.

Comenzó a adelgazar, a debilitarse, y cuando se hizo el examen, descubrió la enfermedad. Debido al trabajo de evangelización que hemos hecho, lo encontramos en el hospital con 27 kilos, muriéndose. Otra obrera lo reconoció y le preguntó si aceptaba a Jesús. Dijo que sí. Le fue hecha una oración fuerte y también una unción con aceite.

De ahí en adelante, se fue recuperando poco a poco. Le dieron el alta, vino a la iglesia, se arrepintió de haber dejado al Señor Jesús, se bautizó en las aguas y empezó a luchar. De eso ya hace un mes y medio.

Cuando se hizo nuevamente los exámenes quedó probado el poder de Dios y Su misericordia: no le fue encontrado nada más y está curado de Sida.

Podemos ver cuán valioso es nuestro trabajo y el cuidado que debemos tener con nuestras palabras. Le dije a Paulo que el mayor problema no residió en haber oído las palabras de esa obrera, pues siempre vamos a oír palabras negativas. El mayor problema fue haber dejado que entraran en su interior.

Con respecto a esa obrera, tuve noticias de que hace algunos años murió atropellada por un camión aquí en Almada.
A continuación, le envío algunas fotos de Paulo con el examen como prueba de su cura.

Sin más,
Muchas gracias por todo.

Colaboró: Pastor Marcos Bueno.

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