En el corazón de Curazao
Querido obispo Macedo:
Vivo en una pequeña isla de América Central llamada Curazao. Se escribe así realmente, parecido a corazón. Es un país pequeño, cercado por playas y el mar azul de las Antillas Holandesas, que en el mapa del mundo aparece como un pequeño trazo en el Mar Caribe.
Hace nueve años, tuvimos el privilegio de recibir un templo de la Iglesia Universal del Reino de Dios que, a lo largo de este tiempo, ha transformado innumerables vidas por aquí, gracias a esa visión misionera que se originó en Brasil. Yo comprendí su visión al terminar de leer el libro ‘Nada que Perder’ (en español).
Fueron dos días de reflexión que me hicieron crecer espiritualmente. Yo estaba vacía, depresiva, llena de miedos y angustias. Dios era un desconocido para mí. Tantas inseguridades me hacían sentir triste e incompleta. Tuve preparación académica en varios países de Europa, construí una imagen como estudiosa, pero cargaba un agujero en mi interior. Intenté suicidarme por no encontrar motivación para vivir y me aislé del mundo. Solamente logré liberarme de ese abismo cuando conocí la Palabra de Dios. El Espíritu Santo cambió mi manera de ser y vivir usando sus mensajes de fe distribuidos en la iglesia. Inclusive en portugués, lograba comprender sus palabras y asimilaba el sentido de revelaciones tan edificantes.
Estamos usando el Nada que Perder para esparcir aun más ese mensaje de salvación en nuestro país. Salimos por las calles de la isla hablando del poder de Dios. El Señor Jesús está llegando a los corazones de Curazao cambiando la manera de pensar del pueblo de aquí. Y no es solo en Curazao, nuestros países vecinos como las islas de Bonaire, Aruba y Saint Maarten ya tienen un Cenáculo del Espíritu Santo y también recibieron el libro después del lanzamiento oficial en Venezuela.
Qué privilegio tienen los brasileños de tenerlo tan cerquita predicando todos los miércoles y domingos, de poder aprender personalmente con sus enseñanzas en las reuniones tan cerca de donde viven. ¡Eso es sublime!
Dios bendiga a usted y al pueblo de la IURD en Brasil.
Sharella Lucila Monguen, 36 años, Willemstad, capital de Curazao.
PDA: Me gustaría leer aquí los comentarios de los amigos brasileños sobre las experiencias espirituales con “Nada que Perder”. En algunas reuniones en Curazao, pasamos horas conversando de cómo usted usó la fe para vencer tantos desafíos en la vida. ¡Qué bien le hace a nuestra alma!
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