Soy de la Iglesia Universal, de la sede Prado, aquí en Santa Maria (RS). Fui uno de los primeros  en entrar adonde se encontraban los cuerpos, que estaban siendo reconocidos allí mismo por sus familias. Pude brindarles consuelo a muchos familiares de las víctimas.

Es muy triste ver a las madres llorando desconsoladas; casi todas sintiéndose mal; madres que decían que no habían dejado ir a sus hijos a la discoteca, y aún así fueron.

También se encontraba en el lugar una ex obrera que un día estuvo junto a nosotros en la guerra; pero ahora era uno de esos cuerpos esparcidos en el piso, tirados. Mientras caminaba, tenía que ser cuidadoso para no tropezarme con ellos.

Después de que auxiliamos allí, todos fuimos al velorio de la ex obrera y de la ex evangelista que fueron veladas juntas. Estamos orando por la familia de esas personas sin cansancio.

André Braga