El Vendedor del Campo
Un chico inteligente, que venía del campo, solicitó un empleo en una gran tienda en la ciudad. En realidad, era el almacén más grande en el mundo, todo se podía comprar allí.
El gerente le preguntó al muchacho:
– ¿Alguna vez has trabajado?
– Sí, yo hacía negocios en el campo.
El gerente le preguntó al muchacho:
– ¿Alguna vez has trabajado?
– Sí, yo hacía negocios en el campo.
Al gerente le gustó la simpleza del muchacho y le dijo:
– Puedes comenzar mañana. Por la tarde, vengo a ver cómo lo hiciste.
El día fue largo y duro para el chico. A las 17:30, el gerente se acercó al nuevo empleado para comprobar su productividad y le preguntó:
– ¿Cuántas ventas hiciste hoy?
– ¡Una!
– ¿Sólo una? La mayoría de mis vendedores realizan 30 a 40 ventas por día.
– ¿De cuánto fue la venta?
– De dos millones y medio de pesos.
– ¿CÓMO LO LOGRASTE?
– Bueno, un cliente entró a la tienda y yo le vendí un pequeño anzuelo, después uno mediano y finalmente uno grande. Después le vendí una caña de pesca fina, una de resistencia mediana y una muy gruesa, para grandes peces. Le pregunté a dónde iba a pescar y me dijo que iba a hacer pesca oceánica. Le sugerí que tal vez necesitaría un barco, entonces lo acompañé hasta la sección náutica y le vendí una lancha importada, de primera línea.
Luego le dije que tal vez un coche pequeño no sería capaz de
remolcar el barco, y lo llevé a la sección automotor y le vendí una camioneta con tracción en las cuatro ruedas.
Perplejo, el gerente le preguntó:
– ¿Le vendiste todo eso a un cliente que vino aquí para comprar un pequeño anzuelo?
– No, señor. Él vino aquí para comprar un paquete de toallas sanitarias para la mujer, y le dije: «Ya que el fin de semana está perdido, ¿por qué no va a pescar?»
El pobre sólo seguirá siendo pobre hasta el día en que descubra que pensar es gratis.
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